La pasión por la cocina corre por las venas de Miguel Berrío desde que tenía poca edad. ¿Quién diría que después de tantos años de cocinar solo por gusto, este cartagenero representaría a Colombia en un uno de los concursos culinarios más afamados del mundo?
Entre miles de chefs jóvenes, que se postularon para la competencia en ‘S. Pellegrino Young Chef Academy’, solo 165 pasaron el primer filtro, y uno de ellos fue este costeño que basado en el legado culinario de la comida del campo que le enseñó su abuelo, logró sorprender al jurado.
Gracias a esta victoria el próximo martes 24 de septiembre estará compitiendo en Lima, Perú, una de las 15 finales regionales que se llevarán a cabo antes de llegar a la sede principal en Italia para el año 2025.
Solo un latino representará al continente para dejar en alto su talento y destreza, y Miguel busca ganarse ese lugar, pretendiendo cumplir una de sus metas más anheladas desde que descubrió que quería dedicarse a conquistar corazones por medio de platillos exquisitos.
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Al inicio era una ayuda
La historia de Miguel en la cocina comenzó como muchos de los casos en Colombia, en los que ambos padres deben ir a trabajar para buscar el sustento del hogar.
Como hijo colaborativo y responsable, ayudaba a sus padres en los quehaceres de la casa, pero sobre todo en la cocina.
A esta situación le sacó un gran provecho que evidentemente más tarde lo ayudó a ser el joven talentoso que es hoy.
“Yo cuidaba a mi hermano pequeño, mi papá y mi mamá trabajaban; entonces, yo era el responsable de la alimentación en la casa. Cuando mi papá llegaba por la tarde me preguntaba por la comida, y ya todo estaba listo”, contó el chef.
En el 2015 prestó el servicio militar. En su base, igualmente era quien se encargaba de la cocina, pues Berrío le cocinaba a su pelotón. Cada día debía preparar comida para cuarenta personas.
“Cuando dejé de prestar el servicio, realmente me di cuenta de que cocinar era lo mío. Llegué nuevamente a Cartagena con todas las ganas de potencializar mi talento en la cocina y entré al Sena. Allí me puse a estudiar, hice unas pasantía en un restaurante que se terminó convirtiendo en mi verdadera escuela”, anotó.
Una gran oportunidad
Llegar a los restaurantes María y Don Juan fue, según el joven chef, una gran bendición, puesto que encontró allí a excelentes personas que lo han impulsado a sacar lo mejor de sí mismo.
“Eran dos restaurantes, uno se llamaba María y otro Don Juan. Hoy solo existe Don Juan, porque María desapareció en tiempos de la pandemia de la covid-19. Antes de eso duré trabajando 4 años en María y puedo decir con toda gratitud, que fueron los mejores años de mi carrera”.
En 2022 Miguel pensó en participar en este concurso, pero tomó la decisión de aplazar la idea para el siguiente año. Luego volvió a aplazarlo y este año habló con su jefe para encontrar en él un apoyo incondicional y así fue.
“Cuando le comenté él me dijo que sí y que ya las inscripciones estaban abiertas. Esto lo vi como una oportunidad de crecer y ampliar mi experiencia”, expresó.
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Sus raíces en la competencia
Para cualquier concurso se necesita de mucha creatividad, pero sobre todo se requiere de una verdadera autenticidad, y esa fue la que jugó a favor de Miguel.
Se presentó con un plato de su infancia, que le enseñó a preparar su abuelo en San Bernardo del Viento, Córdoba.
“Pensando en el plato que llevaría a la competencia, le dije a mi jefe: tengo dos opciones, yo soy de campo, me crié con mi abuelo, tengo carnero y tengo lengua de vaca. Pensé que podíamos jugar con eso, y decidimos hacer una lengua en salsa. Nos fue de maravilla y sé que en Lima daré lo mejor de mí para ganarme el primer puesto porque complemento mi propuesta con un toque gourmet”.