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En el marco del mes del amor y la amistad, EL HERALDO celebra las relaciones que han perdurado a lo largo del tiempo con cuatro inspiradoras historias de dos parejas y dos amistades que llevan más de una década unidas.

Entre ellas, la de Álvaro, un hombre invidente, junto a Janeth, quien no posee esta discapacidad visual. Por otro lado, Julia y Osvaldo son el vivo ejemplo de cómo la cumbia, ejerce muy bien su función de coquetería y picardía.

La amistad también se resalta y es por ello que en este apartado también presentamos la historia de Giselle Lacouture y Kimberly Reyes, quienes lograron conectar justamente esperando una entrevista en uno de los espacios de esta casa editorial. Para finalizar, las reinas del Carnaval, Carolina Segebre y Melissa Cure contaron la sinergia que logró que se hicieran cómplices y de qué manera las polleras las han acompañado.

Un amor visto a través de los ojos del alma

Cortesía

El amor transforma vidas, sana corazones e ilumina el alma. Esta es la premisa de Janeth Mercado, una mujer de 58 años que recuerda con dulzura el momento en que su vida cambió para siempre, cuando conoció a Álvaro Orozco en una noche que parecía como cualquier otra. Era el 2014, y lo que comenzó como una reunión social en la casa de un amigo de su hermano, terminó convirtiéndose en el inicio de una gran historia de amor.

“Nos casamos hace diez años, pero parece que lo conocí ayer. Fue un comentario que nos hizo reír, cuando el amigo que teníamos en común dijo: ‘Álvaro, te presento a tu esposa. Lo que Dios unió, que no lo separe el hombre’. Pareció una broma, pero con el tiempo, entendimos que no lo era”.

Álvaro, un hombre invidente, captó la atención de Janeth por algo más que su apariencia o su discapacidad. “Me di cuenta de que le gustaba la música, y eso me retuvo un poco más esa noche. Hablaba con una pasión que me intrigó, y cuanto más conversábamos, más quería saber de él”.

Él le compartió que trabajaba como catedrático en un colegio oficial, enfrentando un reto que a Janeth le parecía casi imposible: enseñar a un salón lleno de estudiantes sin poder verlos.

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Con el paso del tiempo, Janeth descubrió no solo a un hombre capaz, sino a un ser humano lleno de amor, pasión y sensibilidad. “Cada día me enseñaba algo nuevo, no solo sobre su forma de ver el mundo, sino sobre la vida misma. Me mostró que el amor va más allá de lo que los ojos pueden ver. Es sentir, es escuchar, es apoyar y caminar juntos, sin importar las circunstancias”.

Llegar al altar no fue fácil, pues al inicio, la familia de Janeth se oponía a esta unión que a día de hoy continúa intacta: “Ellos después se dieron cuenta del gran hombre que era”.

Además de la docencia, Álvaro también nació con el talento de cantar y encontró en la música una forma única de expresar el profundo amor que siente por su esposa, por lo que decidió componerle la canción Un beso y un abrazo. “Ella se iba al día siguiente de vacaciones, y yo me quedé con una sensación de incertidumbre, pensando en lo que significaba ese adiós temporal. Un beso y un abrazo fue nuestra despedida”.

Para él, el amor es querer el bien del otro, es caminar juntos a pesar de las dificultades y es aprender a ser tolerantes con las imperfecciones del día a día. “Nos hemos apoyado, hemos superado los obstáculos con paciencia, y siempre pidiendo a Dios que nos guíe. Cuando uno ama, siempre busca el bienestar del otro”.

El corazón que ha latido a ritmo de cumbia

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Hace 17 años, una historia de amor comenzó en los emocionantes ensayos del Cumbión de Oro para el Carnaval de Barranquilla. Fue en enero de 2006, cuando dos corazones se encontraron en medio de la música y el baile. Este grupo de cumbiamba, conocido por su alegría y energía en las Carnestolendas, sería el telón de fondo para un romance que ha perdurado por más de una década y media.

Se trata de Julia Niño y Osvaldo Flórez, dos barranquilleros que aman al Carnaval como a ellos mismos. El 2006 no solo fue el año en que se conocieron, sino también la época en que fueron parte de un evento trascendental para el Carnaval de Barranquilla: ‘El esplendor de Joselito’, el show con el que se llevó la tradición del Carnaval ante la Unesco para que fuera declarado Patrimonio de la Humanidad. Aunque ellos no viajaron, formaron parte del espectáculo que se presentó en la ciudad, y fue al final de esa función, en el Amira de la Rosa, donde su historia cambiaría para siempre.

“Cuando terminó el show, en las escaleras con esas alfombras rojas divinas, él me pidió la mano. Fue un momento lleno de emoción, en ese ambiente tan especial”, manifestó Julia Niño.

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Ella lo admira profundamente por su tenacidad, su compromiso, su sinceridad, y sobre todo, por su carisma social. “Es una persona bastante extrovertida, social, amiguera, y me encanta eso porque siento que nos complementamos”.

Compartir la pasión por la cumbia ha sido una de sus mayores bendiciones. Año tras año se pasean la Vía 40 atesorando esa unión que les ha permitido estar 15 años casados. “Julia es una persona de sentimientos firmes, sólidos, cariñosa. Admiro ese don que tiene para ser perseverante, para enfrentar muchísimas cosas, tanto en el plano del hogar como laboral y amamos bailar, disfrutarnos cada Carnaval”.

Una amistad que nació en las paredes de EL HERALDO

JOSEFINA VILLARREAL HERRERA

Hay amistades que nacen en los lugares más inesperados, y así fue como comenzó la historia entre dos mujeres que hoy, más de una década después, se describen como inseparables, aunque no se vean todos los días. Ellas se conocieron en una entrevista realizada por el reconocido periodista Ernesto McCausland. Mientras ambas aguardaban en la sala de espera de la redacción de EL HERALDO, surgió una conexión que las uniría para siempre. Una era reina del Carnaval 2010 y la otra, virreina en Miss Mundo, y aunque sus mundos eran distintos, la amistad fue “a primera vista”, tal como lo expresó Giselle Lacouture refiriéndose a la también barranquillera Kimberly Reyes.

“Una de las cosas que resalto de nuestra amistad es que somos incondicionales. No importa si no hablamos todos los días, la amistad siempre está intacta”, manifiesta Lacouture.

Cuenta que se intercambiaron las cuentas de redes sociales. Y es que, mientras una es estilista de moda, la otra es maquilladora profesional. Esta sinergia de habilidades se refleja en la forma en que cada una pone lo mejor de sí al servicio de la otra. “Kimberly me maquilla a mí, y yo la ayudo con las pintas”.

Por su parte, Reyes, expresa que siente que son hermanas de la vida porque tienen afinidad en muchos aspectos. “Cuando estoy con ella me río mucho, es esa amiga con la que puedo tener conversaciones profundas pero también reírnos de nosotras mismas y algo por lo que también caracteriza nuestra amistad es que por lo menos yo siento una profunda admiración por ella, por todo lo que hace”.

Recientemente, juntas acaban de lanzar la canción Las Miss, un tema que le canta al poder de ser mujer.

Amigas marcadas por las coronas y las polleras

El Carnaval de Barranquilla no solo ha sido el escenario de innumerables celebraciones, sino también el origen de grandes amistades. Este es el caso de Carolina Segebre y Melissa Cure, dos reinas que desde los 14 años, han compartido un vínculo marcado por la danza, la alegría y el compromiso con esta fiesta.

“Nos conocimos cuando teníamos alrededor de 14 años, gracias a un familiar en común. Nos dimos cuenta de que teníamos sueños en común”, dijo Segebre refiriéndose a ese aspecto inicial que las conectó. La amistad creció en la complicidad de compartir ilusiones y metas relacionadas con su pasión por la cultura y la tradición de la Arenosa.

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Ambas lograron cumplir uno de los sueños más grandes de muchas barranquilleras: ser coronadas reinas del Carnaval. Cuando una de ellas fue escogida para portar la corona, su amiga estuvo a su lado, formando parte de su comitiva y acompañándola en casi todos los eventos. “Cuando fui reina, ‘Meme’ estuvo en mi comitiva y me acompañó en casi todos los eventos. Desde el día que me contó que iba a lanzarse, estuve ahí para ella”.

Melissa Cure, quien acaba de despedirse del Carnaval 2024, contó que nunca olvidará cuando Carolina hizo parte de las decoraciones para trasformar su casa en un verdadero palacio real, mientras ella se encontraba graduándose en Bogotá, mismo día en el que la designaron como soberana.

“El Carnaval hizo que literalmente se convirtiera en una hermana para mí, porque ‘Caro’ estuvo desde el momento cero, desde mucho antes, estuvo apoyándome, es una niña incondicional, una niña llena de amor, de entrega, una niña especial con todo el mundo, de esas personas que se entrega en cuerpo y alma a las personas”.