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El reciente arresto de Sean ‘Diddy’ Combs’, una de las figuras más icónicas del Hip-Hop, por tráfico y agresión sexual, ha encendido las alarmas en la industria musical.

Durante años, la percepción general parecía otorgar a los raperos una especie de “inmunidad” frente a las denuncias de violencia sexual y abusos contra las mujeres, un patrón que ahora, con el peso de la justicia y la presión social, comienza a desmoronarse.

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Diddy, conocido ampliamente no solo por éxitos como Last Night, sino también por su relación con la cantante y actriz Jennifer López, ha sido capturado, señalado por fiscales en Estados Unidos por los delitos de extorsión, tráfico sexual por la fuerza y transporte para ejercer la prostitución.

En la imputación de cargos se puede leer que: “Se creó una empresa criminal cuyos miembros y asociados participaron e intentaron participar, entre otros delitos, en tráfico sexual, trabajo forzado, secuestro, incendio provocado, soborno y obstrucción de la justicia”.

Lo anterior representa un quiebre en la forma en que las celebridades del Rap venían siendo juzgadas. Este caso no es aislado, sino que se suma a una serie de acusaciones que han sacudido la reputación de otros artistas del género y sobre los cuales la justicia tenía una deuda enorme.

Un ejemplo destacado es el del rapero R. Kelly, interprete del clásico I Belive I Can Fly, que integró la banda sonora de la película Space Jam. Este artista en abril de este año fue condenado a 30 años de prisión por dirigir una red de prostitución infantil y abuso sexual de menores.

Durante años, Kelly había evadido responsabilidades legales, amparado por su fama. Sin embargo, su juicio y posterior condena evidenciaron un cambio de actitud hacia los crímenes cometidos por estas figuras públicas.

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¿Y la golpiza a Rihanna?

Chris Brown, quien fue pareja de Rihanna, también protagonizó un caso polémico. La agresión física y psicológica que ejerció sobre la cantante fue ampliamente documentada, de hecho existen evidencias de la golpiza que le propinó a la barbadense previo a la gala de los Grammy en 2009, pero en lugar de ver su carrera destruida, continuó produciendo música y colaborando con otros artistas. Sin embargo, el fantasma de la violencia siempre lo ha perseguido, mostrando cómo, hasta hace poco, estos comportamientos eran casi que ignorados por el público y la industria musical.

Agencia EFE

El rapero canadiense Drake, ha enfrentado controversias relacionadas con la relación que sostuvo con la actriz Millie Bobby Brown, estrella de la serie Stranger Things cuando ella tenía solo 14 años, lo que generó críticas sobre la ética de este vínculo.

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Si bien Drake no ha enfrentado cargos criminales, este tipo de conductas han encendido debates sobre las responsabilidades legales y morales de las estrellas del Rap en sus interacciones con jóvenes y menores de edad.

De hecho su colega, el estadounidense Kendrick Lamar, le ha dedicado varias canciones en las que lo trata de pedófilo, entre estas Like That, que publicó en marzo de este año.

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¿Por qué hasta ahora?

El arresto de Combs y la visibilidad de estos casos responden, en gran medida, al surgimiento de movimientos como #MeToo y #TimesUp contra el acoso sexual al que eran sometidas las celebridades en Hollywood, especialmente por el magnate y productor Harvey Westein.

Agencia EFE

A esto se le suma lo ocurrido en 2021 cuando grandes deportistas de la talla de la múltiple medallista olímpica Simone Biles, quien junto a sus compañeras del equipo de gimnasia de Estados Unidos, destaparon valientes denuncias contra Larry Nassar, quien fue el médico de la selección y terminó encarcelado por abusar de las atletas.

Todo esto ha dado fuerza a las voces de las víctimas, quienes ya no temen hablar en contra de poderosas figuras dentro del mundo del Rap.

“Lo que está ocurriendo ahora es que las mujeres están encontrando una forma de hacer nuevas ciudadanías desde el espacio digital, como una forma de presión social -moral contra estos casos de abusos sexuales. Eso no quiere decir que la única responsabilidad de presionar para que se haga justicia sea solo responsabilidad de las mujeres o de los movimientos sociales, pero sí puede ser un ejercicio de periodismo ciudadano importante cuando la institucionalidad no opera y normaliza la impunidad ante casos como los de estos raperos”, dijo a EL HERALDO la magíster en género, Carmen Rosa Mendivil.