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Caminar por las calles del Atlántico no es solo contemplar la belleza de sus paisajes, también es poder explorar historias de sabores, ingenio y tradición. Allí, hay mujeres que, con su sazón, han sabido conquistar paladares y corazones.

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En cada uno de esos fogones late el alma de aquellas matronas, quienes día a día reinventan la gastronomía con un toque de creatividad que no tiene límites, como Dominga Miranda, una cocinera tradicional que ha sabido sazonar su vida con productos que emergen de la tierra para convertirse en toda una riqueza culinaria.

A unos 15 kilómetros de Malambo, hay un corregimiento que como dice Dominga, muchos foráneos no logran ver en el mapa o quizá confunden con un municipio de Antioquia, pero es Caracolí, Atlántico, que al sumergirse en él, hay una finca que hoy es el segundo hogar de esta soledeña, y es llamada ‘Malambito’.

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Con un total de 10 hectáreas, en el lugar se cultiva el producto preciado de Dominga: la yuca. Con este tubérculo ha logrado conseguir una fuente de ingresos, no solo para ella, sino para otras matronas del municipio que se han embarcado en la deliciosa ‘Ruta Enyúcate’ .

Un duro camino

Dominga parecía tenerlo todo listo para conquistar el mundo con su amor por la gastronomía. Tras casi 20 años de trabajo incansable, había logrado reunir el capital necesario para abrir su propio negocio.

En 2016, justo una semana antes de la gran inauguración de su restaurante ‘Rapitípico’, sufrió una trombosis que cambiaría su vida para siempre. Y es que poco después, enfrentó tres retrombosis debido a una condición médica conocida como síndrome de May-Thurner, una compresión de la arteria sobre la vena ilíaca.

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“Mi familia trató de sacar el proyecto adelante, pero duré un mes en UCI. No podía caminar mucho. La pierna estaba hinchada, con 90 centímetros de circunferencia”, manifestó.

Sumida en la tristeza, decidió dedicar su tiempo a cuidar de su padre, quien había quedado viudo tras la muerte de su madre en 2012. Durante esos años de duelo y recuperación, encontró consuelo en acompañar a su padre en sus últimos días, algo que le permitió sobrellevar el dolor de haber perdido no solo su proyecto, sino también la posibilidad de seguir haciendo lo que más amaba: cocinar.

En 2018, tras la muerte de su padre, Dominga se encontró nuevamente en una etapa depresiva. Fue entonces cuando recordó el amor por la labor social que su padre le había inculcado, y decidió transformar su dolor en una fuerza para el bien.

Cortesía Dominga MirandaDominga Miranda enseña a 10 mujeres a realizar productos a base de la yuca.

Trabajo agrícola

Dominga decidió crear una fundación que conecta la gastronomía con el desarrollo social, llamada Bocados de Tradición, en la que enseña a 10 mujeres del corregimiento a realizar sus propias recetas a base de yuca.

“Tenemos tortas, tenemos galletas, los bollos los convertimos en bollibocados. La idea desde la cultura es exportar nuestra cultura, no con una receta, sino como que una persona de afuera le lleve un bollo a otro de afuera y se lo puede llevar porque es una bolsa al vacío, 100 % libre de biopolímeros, una bolsa de cocción, una bolsa que permite que el producto dure un año sin conservante”.

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Con esta filosofía, Dominga se propuso no solo ofrecer deliciosos platillos, sino también reivindicar la labor de los agricultores, quienes son fundamentales para la seguridad y soberanía alimentaria del país.

“Siempre he creído que el agricultor es el primer eslabón de la cadena gastronómica y que sin agricultor no hay cocina. Y que hoy está muy de moda el tema de la seguridad alimentaria, de la soberanía alimentaria, pero lo hablamos a la ligera, pero en realidad no hacemos nada”.

Reinventarse cada día

Su madre, amante de los sabores ahumados, le transmitió ese amor por la cocina tradicional que ahora Dominga reinterpreta en sus creaciones, como el mote de yuca que llevó a la reciente Sabor Barranquilla.

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“Vamos a hacer un mote de queso con la diferencia que le vamos a adicionar el pato ahumado. Ahumamos el pato, cogemos la yuca, le hacemos un guiso de muchas especias, le adicionamos el queso, el pato lo ahumamos, lo desmechamos, le hacemos un guiso al pato, después le agregamos leche de coco para que el pato se cocine bien y se lo adicionamos al mote”, explicó Dominga acerca de su innovador plato en la feria.

Cortesía Dominga Miranda
A embarcarse en la ‘Ruta Enyúcate’

Con el fin de que se lograran vender los productos que realizan las matronas, Dominga decidió crear la ‘Ruta enyúcate’, una iniciativa impulsada por la pasión y el compromiso de buscar acercar a los visitantes al origen de los alimentos que consumen, especialmente la yuca.

“La ruta nace del espacio del cultivador, donde ellos tienen la oportunidad de que la gente venga y trabaje con nosotros. Aquí hacemos un escenario, cuando la gente viene a la ruta ve un escenario de arte”.

Es un taller vivencial donde los participantes pueden aprender directamente de los agricultores. “Los vamos pasando por los diferentes estadios de siembra, para que la gente vaya conociendo cómo es el proceso”.

Una de las lecciones más impactantes de la ruta es entender la magnitud del trabajo que implica una cosecha de yuca. “Para arrancar una carga de yuca, que son dos bolsas, que son algo más o menos como 190 libras, tienen que arrancar algunas 40, 50 o a veces hasta 60 matas”.

Además, la yuca cultivada es completamente orgánica, sin químicos ni tratamientos que alteren su tamaño o sabor. “Está cuidada naturalmente, no tiene un tratamiento químico”.