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La captura del afamado rapero estadounidense Sean Diddy Combs, conocido anteriormente como Puff Daddy, por abuso sexual a menores de edad, ha causado mucho revuelo. Poco a poco se empiezan a conocer detalles de todo lo que hacía el artista, especialmente en el interior de sus residencias.

Uno de los datos que llamó la atención tras la detención del rapero Sean ‘Diddy’ Combs, también señalado por trata de personas, fue el hallazgo de mil botellas de aceite de bebé que fueron incautadas cuando la Policía revisó sus casas (en Los Ángeles y en Miami) en busca de pruebas contra de él.

Esta investigación salió a la luz después de que la cantante Cassie, exnovia de Combs, alcanzara un acuerdo con el rapero tras haberlo acusado de abusos sexuales. Este acuerdo parece haber sido el punto de partida para que se destaparan los escalofriantes detalles que ahora salen a la luz.

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Ante el descubrimiento, su abogado Marc Agnifilo salió al frente para compartir sus criterios sobre el asunto. Inicialmente, el defensor se mostró sorprendido por la cifra. “No sé de dónde salió el número 1.000″, declaró al portal TMZ, justamente en un avance de su próximo documental La caída de Diddy (que se estrenará el 25 de septiembre). “No puedo imaginar que sean miles”.

Sin embargo, cuando el valor fue verificado con documentos federales, el jurista se apresuró a cuestionar la requisa, diciendo que no estaba “realmente seguro de qué tiene que ver el aceite de bebé” con el caso, aunque sugirió que posiblemente fueron utilizados como lubricante durante orgías.

De todas maneras, el abogado Agnifilo se atrevió a deducir por qué su defendido tenía esa cantidad de aceite de bebé en su residencia. “No sé para qué necesitarías 1.000... Tiene una casa grande, seguramente compra al por mayor”.

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Un imperio musical al servicio del crimen

La acusación asegura que Combs utilizaba los recursos y empleados de su imperio empresarial para crear una red criminal con la que mantenía bajo control a sus víctimas. Se le acusa de haber cometido o intentado cometer una larga lista de crímenes que incluye secuestros, sobornos, incendios provocados y obstrucción a la justicia.

El fiscal del distrito sur de Nueva York, Damian Williams, detalló en una rueda de prensa cómo Combs mantenía el control sobre sus víctimas: “Les suministraba drogas, les amenazaba con quitarles apoyo económico o vivienda, y les prometía oportunidades profesionales. Además, vigilaba su paradero e imponía cómo debían verse”.

Con estas graves acusaciones sobre la mesa, el futuro de Sean Combs está en entredicho, no parece que sus muchos millones vayan a librarlo fácilmente de esto.