Profundo, extenso, y posiblemente inagotable es el océano de posibilidades abiertas de par en par a la hora de contemplar lo estético. Artistas, obras, técnicas, ideas y conceptos que se entretejen en un abanico de oportunidades capaz de inspirar toda clase de sentimientos y emociones.
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Pero pocos motivos se equiparan al que inspiró a Yanko Peñafort a dedicarse a su rama.
Nacido en Bogotá hace más de 30 años, Yanko es cantante y compositor de sus piezas. Sin embargo, entre acorde y acorde, su música podría sonar como ninguna otra y es gracias a una sencilla razón: el artista interpreta tanto en ucraniano como en español, y elabora su arte tomando piezas de las culturas tradicionales de ambos países.
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Hoy por hoy, incentivado por un sentimiento de justicia en torno a la guerra que vive Ucrania ante la escalada de Rusia, emprendida a gran escala hace más de dos años, Yanko cumple una función doble: ser el líder de la banda Los Iankovers y como investigador de la cultura ucraniana en sus diferentes facetas.
Lo anterior se debe a que una de las consecuencias de la violencia es la pérdida de identidad ucraniana que ha caído, como sus soldados, en el lodo y el frío.
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A continuación, algunos apartes de su conversación con EL HERALDO, desde su origen como cantante hasta su posición en este conflicto.
Periodista: ¿Cómo fue el primer contacto con la música ucraniana?
Ianko Peñafort: Ocurrió desde antes que tuviera conciencia, incluso, de mí mismo. Mi mamá era pianista y mi papá guitarrista. Ella ucranaiana, él colombiano. Ellos tocaban canciones ucranianas y siempre me pareció interesante e inspirador. Sin embargo, no puedo decir que conecto más con una cosa que con la otra. No tengo ciudadanía ucraniana, pero identitaria y étnicamente me siento muy ucraniano.
P: Y la idea siempre fue dedicarte a este híbrido entre lo latino y lo ucraniano?
I. P. : Yo hice todos mis estudios académicos en la Universidad Nacional, en Bogotá; y en la Academia Luis A. Calvo, que es de música tradicional colombiana y latina. Siempre quise conocer a profundidad lo de mi país, pero la música ucraniana me atraía y siempre me llamaba porque, a pesar de vivir en Colombia, con mi mamá viajaba periódicamente a Ucrania. Tratábamos de que fuera, por lo menos, una vez al año.
P: Pero Colombia también estuvo muy presente...
I. P. : ¡Claro! Uno cree que viviendo en Colombia se podrían normalizar aspectos dolorosos y profundamente negativos de nuestro país como el conflicto armado, la violencia, la corrupción política y la desigualdad traducida en amplios y diversos niveles de pobreza, pero al llegar a Ucrania descubres que todo puede verse todavía peor, y más cuando, como en este caso, es una agresión directa de un país a otro.
P: ¿Qué pasaba con tu carrera profesional antes de que irrumpiera la guerra?.
I. P. : Nosotros somos un grupo, aunque 100 % colombiano, hoy con una integrante de Venezuela. Siempre estuve encaminado a visualizar la música latinoamericana en su totalidad, pero las regiones de Ucrania también me seducían, entonces comenzamos a traer cosas de allá para tocarlas acá y viceversa. Tocamos mucho en las calles de Europa del Este, especialmente en Turquía, Rumania y Moldavia. Todo lo compartíamos en redes sociales y el proyecto creció, especialmente en pandemia, gracias a las redes sociales. Cuando la guerra se desató, comenzamos a apoyar a los ucranianos en su país y ellos lo retribuyeron con mucho amor, entonces entendimos que teníamos un compromiso no solamente de tocar música, sino de entender este conflicto y emprender acciones para ayudar a los ucranianos a sobrevivir en medio de tantos misiles.
P: Para muchas personas en el plano internacional, América Latina ha tomado una posición más bien distante de este conflicto, ¿a qué crees que pueda atribuirse?
I. P. : Hay un sofisma muy marcado a través de la propaganda política. Esta guerra comenzó desde 2014 y solo después de pandemia Rusia comenzó el ataque a gran escala. Es desde entonces que el mundo entiende que hay una guerra, pero el mensaje ruso ha sido más poderoso, y es porque la propaganda de las ideas políticas ha superado el sentido común.
P: ¿Cómo lidian con que haya gente justificando el ataque ruso a Ucrania?
I. P. : La verdad es mucho más elemental: un país no puede invadir a otro bajo ninguna circunstancia. Rusia ha manipulado toneladas de información asegurando que ellos han sido víctimas de un genocidio en masa, pero la realidad es que es Ucrania la que aguanta desde 2014. Esto es una ocupación, y si muchas personas no lo tienen claro, es por un fenómeno de manipulación de información a gran escala.
P: Antes de esta guerra, era común que muchos ucranianos hablaran ruso, pero con el estallido, muchas personas han tomado el ucraniano como una forma de aguante. ¿Cómo lo percibes desde allá?
I. P. : Todo comenzó por un mito que Rusia quiso implantar. Decían que Ucrania reprime a la población rusoparlante, pero pasa todo lo contrario, son los rusos quienes han aniquilado a las personas, por ejemplo, por hablar en ucraniano. Entonces la población de Ucrania ha tomado su propia lengua como una forma de hablar desde la resistencia. Rusia ha intentado minimizar los sentimientos nacionalistas de Ucrania, pero este tipo de muestras elevan el orgullo y va en contra de sus intereses.
P: ¿Qué influencia sientes que ha tenido tu grupo en el sentimiento de los ucranianos?
I. P. : Nuestra música combina las culturas de Ucrania y Colombia. La razón principal por la que haremos una gira en Ucrania (serán ocho ciudades), es porque hemos sentido el amor de Ucrania y la esperanza en su gente. De los Montes Cárpatos, por ejemplo, incluimos instrumentos de viento que son muy similares a los que se usan en Putumayo, y su riqueza multicultural y étnica nos ha llenado, entonces al estar nuestra música influenciada por una suerte de puente cultural, las sonoridades que ellos sienten como propias son las que les terminan alimentando el orgullo y llenándolos de alegría.