El acordeón que una vez dio vida a las más memorables melodías del vallenato ha quedado en silencio. Egidio Cuadrado, el eterno compañero de Carlos Vives, falleció, dejando un vacío inmenso en el corazón del folclor.
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Este lunes 21 de octubre, muchos han escuchado aquellas notas con las que le dio vida a más de un éxito en el género, otros han revivido aquellas últimas palabras que concedió, y en EL HERALDO recordamos la última entrevista que le brindó el maestro a esta casa editorial y que fue publicada el 25 de junio de 2021.
El Rey Vallenato de 1985, a sus 68 años, habló aquella vez con la misma jovialidad y sabiduría que siempre lo caracterizaron, pocos meses antes de ser homenajeado por la Academia Latina de la Grabación con el Premio del Consejo Directivo de los Latin Grammy.
Esta distinción es otorgada a personas que han realizado importantes contribuciones, excluyendo interpretaciones, en el campo de la grabación durante sus carreras.
Con la sencillez y autenticidad que lo hicieron único, que Egidio se reveló como un hombre en paz con su historia y con la música que lo consagró. Como si estuviera recostado en una hamaca bajo el cielo abierto de su natal Villanueva o en una mecedora frente a la icónica Plaza Alfonso López de Valledupar, Cuadrado dialogó sobre este importante galardón, de su pasión por el instrumento que lo hizo grande, y de cómo su espíritu permanecía tan joven como el primer día que acarició las teclas de su inseparable acordeón.
¿Cómo recibe la noticia del premio que le da la Academia?
Contento. Este regalo lo recibo con mucha humildad. Quiero darle mi agradecimiento a la Academia por este reconocimiento que me hacen, el cual comparto con todos mis colegas, con la música vallenata, con el Festival Cuna de Acordeones de mi pueblo (Villanueva), y lo pongo a disposición y el servicio de la paz en mi país.
¿A qué edad empezó a tocar maestro, cómo fue ese primer contacto con el acordeón?
Es una historia muy larga, yo empecé prácticamente a los 5 años con un acordeoncito que me compró mi mamá, Cristina Hinojosa, que ya falleció. Así aprendí a tocar.
¿Y qué músicos escuchaba?
En ese tiempo yo escuchaba mucho a Luis Enrique Martínez, Alejandro Durán, Alfredo Gutiérrez, todos esos grandes baluartes de nuestra música. Me gustaba mucho la música, me gustaba más que estudiar y así inicié, poco a poco.
¿Quién fue su primer profesor en el acordeón?
Yo no tuve profesor, yo aprendí a tocar mirando y escuchando. Miraba mucho a Escolástico Romero, Antonio Amaya, grandes acordeoneros de Villanueva, a mi hermano Hugues. Yo los miraba cómo tocaban y aprendí completamente autodidacta, sin profesor.
En el año 1985 usted se coronó como Rey del Festival de la Leyenda Vallenata en Valledupar, en ese momento Carlos Vives le propuso unirse a su proyecto musical, ¿en algún momento dudó en integrarse a su proyecto?
Claro, yo desde que me conocí con mi compadre Carlos fueron muchos los comentarios, unos negativos, otros positivos, mucha gente me decía que si yo estaba loco para grabar vallenato con ese mechudo, peludo y rockero. Yo les respondía que si el vallenato se tocaba con el pelo. A mí me llamaba la atención porque mi compadre tenía, o tiene, un estilo completamente diferente a los demás cantantes, es muy afinado, tiene un carisma para la música, canta muy clarito, tiene una facilidad de expresión única. A mí me gustaba mucho como cantaba él y nos fuimos conociendo cuando comenzamos a trabajar en la novela de Rafael Escalona, de aquí para allá aquí estamos dándole hasta cuando Dios quiera.
¿Qué cree que le hace falta a nuestra música colombiana, al género vallenato, para seguir traspasando fronteras como usted lo ha hecho?
Yo pienso que hay que seguir siempre con mucha fe, optimismo, con energía positiva, porque sí se puede, en la vida todo se puede, hay que insistir. Nuestra música vallenata gusta mucho en el exterior, nuestra música colombiana. Hay que seguir adelante con mucho optimismo y nuca darse por vencido.
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Usted ha recorrido el mundo siempre con su autenticidad, con su acordeón y su sombrero, ¿cuál es la reacción de la gente cuando lo ven en una calle de Europa, Australia o Estados Unidos?
A mucha gente en muchos países les gusta nuestra vestimenta, y eso es lo que me identifica a mí, con mi sombrero, mi acordeón, la mochila, la camisa arremangá. Me dicen que si soy mexicano y yo les digo: no señor, colombiano de los pies hasta la cabeza. A la gente le gusta mucho porque comparan mi vestimenta con la de mi compadre Carlos, que es muy diferente. Eso yo lo hago con mucho amor por mi país, dejando en alto el nombre de Colombia.
¿Cómo ve su regreso a las tarimas?
Yo sigo con mucha energía positiva, tocando mi acordeón, preparándome para la gira que tendremos en los Estados Unidos, creo que en octubre, noviembre o diciembre, por ahí más o menos. También estoy recuperándome de la vaina del covid que me dio, pero no tan fuerte gracias a Dios, ya estoy bastante bien y con deseos de seguir pa’ lante, con fe y optimismo.