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Si hoy el cine slasher, ese de asesinos seriales que ha aterrorizado las salas desde hace varias décadas, es lo que es y tuvo el impacto que alcanzó fue gracias a que a comienzos de los años 70 un profesor de la Universidad de Austin (Texas, Estados Unidos) y camarógrafo de documentales se le dio por hacer una película de un loco con una motosierra que hacía su máscara a partir de los restos de las pieles de sus víctimas.

De la inventiva de Tobe Hooper apareció en octubre de 1974, hace 50 calendarios, Leatherface ese cuasi gigante que mataba por puro y físico placer y que fue capaz de desatar una verdadera masacre en Texas.

Sí, La masacre de Texas, esa película de cine clase B, de bajo presupuesto, conmemora 50 años de haber sido la cinta precursora de un subgénero (slasher) que hasta la actualidad sigue vigente y aterrorizando a los espectadores con el sonido del cuchillo que entra en la piel con un único objetivo: matarlos de susto.

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Protagonizada por un variopinto grupo de amigos entre los que aparecen Marilyn Burns, Allen Danziger, Paul A. Partain, William Vail y Teri McMinn. Mientras que el encargado de darle vida a Leatherface fue Gunnar Hansen.

Archivo particularEl norteamericano Tobe Hooper durante el rodaje de la película.

Precursora del ‘Slasher’

Y es que el gran acierto de esta película, más allá de sus bondades técnicas y narrativas, es que puso los cimientos para que el Slasher se apoderara del cine de terror de finales de los 70, 80 e incluso los 90.

André Didyme-Dôme, crítico de cine, docente y editor de la revista Rolling Stones Colombia, explica que aunque en textos y en comentarios se menciona Halloween de John Carpenter como la primera película de Slasher, para él Masacre en Texas se adelanta en sus formas y es precursora.

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“Leatherface, el personaje central de Massacre en Texas, ya tiene una máscara hecha con piel humana, ya tiene un arma cortopunzante, una sierra eléctrica y disfruta, entre comillas, de asesinar a estos jóvenes. Y yo creo firmemente, aunque no lo he leído así de manera clara, que el Halloween de John Carpenter y el Viernes 13 de Sean Cunningham se inspiraron en la película de Tobe Hooper”.

En ese sentido, para el crítico, su influencia se traslada ya a otros clásicos del terror como Nightmare on Elm Street, se ve en Hellraiser e inclusive se puede ver en sagas contemporáneas como Saw o cosas como Winnie Pooh, Sangre y Miel, cinta que convirtió al tierno osito de los libros infantiles en un Leatherface.

“De pronto la película en las nuevas generaciones a veces genera rechazo, porque sienten que todo lo han visto ya. Y es porque las grandes películas usualmente se imitan, se imitan muchísimo. Y esta es una de las películas más imitadas en la historia del cine”.

Archivo particularCon una atmósfera visceral, la película tiene tintes de cine documental, lo que aterrorizaba al público.

Una apuesta arriesgada

Por otro lado, la película, al tener un presupuesto tan bajo, de unos 140 mil dólares de la época, tuvo que valerse del ingenio para llevar a cabo su idea y el resultado fue una obra visceral que tiene tintes documentales y eso la hace ser más aterradora.

“El personaje que se sitúa en este grupo de jóvenes que enfrentan sus mayores miedos y donde son presas del cazador Leatherface y su familia acerca al público a que el horror puede aparecer en cualquier momento y sin diferencias sociales, políticas o raciales”, explicó Óscar Arias Díaz, cineasta, docente e Investigador de la Universidad del Norte.

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En ese sentido, para Arias Díaz, es la mirada del director lo que hace que gran parte del cine de terror de los 70, tenga un nivel de riesgo que incluso hoy puede llegar a ser difícil de producir para los grandes estudios.

“Construir un villano épico, la libertad creativa en cuanto a lenguaje audiovisual, acercar al espectador al miedo y el horror más crudo y el gore hace que estás películas te hagan apartar la mirada y dejarse llevar por el placer de ver y escuchar como al final del día”, concluyó el cineasta barranquillero.