El país celebró una noche de gala el pasado domingo 27 de octubre con la coronación de la Señora Colombia 2024, que dio como ganadora a la barranquillera Joyce Arrieta.
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Es un certamen que desde su fundación en 2008 se ha enfocado en destacar la belleza y la labor social de mujeres inspiradoras de cada departamento del país. Joyce, de 35 años, representó al Atlántico y se alzó con la corona en un concurso que se ha convertido en una plataforma que visibiliza a mujeres comprometidas con causas humanitarias y las presenta como modelos a seguir.
Actualmente, Joyce reside en Miami junto a su esposo y su hijo, Christopher Luca, de cinco años. Es profesional en Relaciones Internacionales y especialista en Logística Empresarial, ambos títulos de la Universidad del Norte en Barranquilla. Su trayectoria profesional es protagonizada por el mundo inmobiliario, donde trabaja como asesora e inversionista.
En diálogo con EL HERALDO, la barranquillera contó que su entrada al concurso está relacionada con un podcast que desde hace cinco años lidera junto a una amiga en Boston: ‘Latinas Podcast’.
En este espacio, ambas relatan sus experiencias como inmigrantes, empresarias, madres y esposas, al tiempo que entrevistan a otras mujeres que también tienen una historia que contar. “En una de las entrevistas, entrevistamos a la señora Colombia Intercontinental del año pasado, y ella fue quien me motivó a concursar”.
Inicialmente, las dudas la asaltaron. ¿Era demasiado tarde para aventurarse en un reinado? Sin embargo, lo que le convenció fue el enfoque del certamen: no solo se centraba en la belleza, sino en encontrar a una mujer íntegra, una voz de apoyo y empatía para otras mujeres.
“Ser señora no significa solo cumplir con ciertos requisitos, sino que representa todas las experiencias y vivencias que tenemos. Es la posibilidad de dejar una huella y hacer que otras personas se sientan afines con lo que he vivido”.
La vida le ha enseñado que los límites solo están en la mente. Y es que a los 12 años, le diagnosticaron escoliosis, una desviación en forma de “S” en la columna, condición que la llevó a enfrentar retos físicos y emocionales.
“Me operaron a los 15 años, y la cicatriz que quedó en mi espalda me marcó profundamente. Afectó mucho mi autoestima, especialmente en la adolescencia. Me sentía diferente y los médicos incluso me advirtieron que no podría levantar pesas o tener un parto natural”.
Gracias a ello es la fundadora de Bent Yet Powerful, una organización dedicada a brindar apoyo y recursos a personas con esta condición que suele afectar significativamente la calidad de vida.
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Su iniciativa ha sido un alivio y una esperanza para quienes padecen esta condición, ofreciendo un espacio de acompañamiento y herramientas para superar las dificultades físicas y emocionales que la escoliosis impone.
“He aprendido que la mayor limitante es mental, no física. Participar en el certamen me dio una plataforma para ser voz de quienes tienen una condición y demostrar que no existen barreras que no se puedan superar”.