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Cuando conoció que su nombre estaba entre los finalistas en la extensa disputa por hacerse con el Latin Grammy a Canción del Año, uno de los centrales en la ceremonia que año tras año celebra lo mejor de la riqueza musical del continente, Daymé Arocena estaba aislada de la tecnología.

Nunca ganó un premio en Cuba, su Cuba, la tierra de su talento, sus raíces y donde se bañó en la protección de sus dioses; pero la gloria se hizo parecer más próxima que nunca cuando conoció que la pieza maestra de su álbum ‘Alkemi’ había sido considerada para ocupar un lugar entre los diez finalistas.

Daymé no es música: la música es lo que corre por sus venas. Y no quedó ninguna duda de eso cuando decidió aceptar un diálogo con EL HERALDO al que la mujer, pese a aceptar el ingreso, accedió sin dejar de lado sus labores: utilizando la cámara de su celular como espejo, decoraba su rostro con maquillaje, al tiempo que no dejaba de cantar —entre dientes— una canción.

Arocena se preparaba para dar una entrevista ante un canal internacional en Estados Unidos y, lo que comenzó en una de las habitaciones de su vivienda en Miami, fue trasladándose conforme el paso de los minutos en un Uber hasta un punto en el otro lado de la ciudad. .

Cortesía: Team Daymé Arocena/Cortesía: Team Daymé ArocenaDaymé Arocena, artista cubana de 32 años.

El inicio y el espíritu

Su vida artística comenzó desde pequeña, como muchas grandes estrellas de la actualidad, pero es diferente a cualquier otra por una sencilla razón: “Yo no escribo canciones porque fui a una escuela para aprender a hacerlo, es algo que hago desde que tengo conciencia, no recuerdo mi vida sin hacerlo. Yo tenía cosa anormal, y eso era la inspiración de mi día a día, pero con el tiempo aprendí a identificar que está basado en mis sentimientos y en cómo esto impacta en cada aspecto de mi vida”, asegura.

Profundamente entregada a su fe orisha, Daymé está consagrada a la orishá Yemayá, divinidad de la fertilidad de la mitología yoruba y quien originalmente está asociada al mar.

“Si bien nacimos fuera del África, somos parte de una diáspora profundamente ligada a sus raíces. Yo creo que mi Dios está en la luna, en el sol, en la tierra y las estrellas, pero también en la lluvia y el mar. Creo que Dios es mucho y hasta me atrevería a creer que es complicado ver el mundo actual porque se nos puso una imagen bajo un concepto que reza ‘a nuestra imagen y semejanza’ y no fue pidiendo permiso, precisamente, que se nos inculcó esa manera de pensar, hace mucho más de 500 años... por eso es complicado decirle a la gente en el presente que vuelva a su espiritualidad”, señaló.

Cortesía: Team Daymé Arocena/Cortesía: Team Daymé ArocenaDaymé Arocena, artista cubana de 32 años.

Y continuó: “Creo que el mar tiene, solamente en sí, mucho poder. El mar quiere el poder de la tierra; la tierra quiere el poder del sol, y todos interactúan en sí mismos y son poderes distintos (...) la espiritualidad está en todas partes, en donde uno quiera sentirlo, no se trata de una institución. Yo me conecto con mis ancestros y con mi naturaleza, y la naturaleza me da constantemente lecciones de vida que influyen en mí y me alimentan, cuando muera, cuando todos pasemos a un siguiente plano, todos vamos a ser producto para dar más vida”.

“Nunca he buscado la inspiración”

Cuando se nace en una Cuba desigual y compleja desde diferentes aspectos, se podría inferir que las condiciones de vida representaron ciertas dificultades para una mujer con cualidades injustamente mancilladas: el hecho ser negra, gorda y fuerte pudieron ser para Daymé razones para ser excluida de entornos de por sí excluyentes; sin embargo, eso no importó en su deseo de sobreponerse.

“En mi familia mucha gente hace música y ese fue un canal a través del cual fui entendiendo que no era solo hacer música o sacar ritmo de una pared, una cubeta o de la gotera que hay en el techo y que cae en el piso porque no hay con qué tapar el agujero: yo entendí que la música era mi herramienta para sanar. Después salí de Cuba y pude ver cómo Latinoamérica entera es un territorio que no acepta la negrura de su historia, entonces para mí la música ha sido sanación, pero no es algo solo de mí, sino de todo el pueblo negro, ese es nuestro recurso principal”, manifiesta.

Cortesía: Team Daymé Arocena/Cortesía: Team Daymé ArocenaDaymé Arocena, artista cubana de 32 años.

Además, a través de sus canciones, Daymé encontró un camino para “liberar lo que tal vez no soy capaz de expresar de cierta forma. Yo creo que la música me da una protección que viene de mi Orisha. Por ejemplo, no es lo mismo decirle a una persona te amo que dedicarle una canción que sabe decir eso que sientes”, señala.

Sanación y ‘Alkemi’

La trayectoria musical de Daymé Arocena es una que la ha llevado por diferentes países de todo el planeta: durante la pandemia estuvo confinada en Canadá, en lo que describe como el peor de los peores momentos de su vida; pero también ha viajado a diferentes latitudes, sin perder de vista la inmensidad del planeta.

“Siempre que viajo trato de ver el mar, y es entonces cuando pienso que hago parte de esa inmensidad y esa inmensidad hace parte de mí, es hermoso aprender a verse reflejado en las cualidades de lo que nos rodea”, asegura Daymé.

Sin embargo, el reflejo se nubla ante la no posibilidad de comparación. “Yo escribí ‘A Fuego Lento’ a los 17 años y fue una de las primeras canciones que sentí que me dictaron mis santos. A esa edad tienes las hormonas a millón y lo que sucedió, y fue muy difícil para mí, es que descubrí que no es fácil ser una mujer negra latina. Yo era una muchacha que no podía ver en ningún lado la sensualidad en mí”, explicó.

Ante la sorpresa por su revelación, asegura: “Eso viene, para mí, de que no hay una novela, una película o tan siquiera una historia de amor donde la protagonista sea una mujer gorda o negra como yo; no hay un comercial de belleza o cosméticos donde la ‘jeva’ sea una mujer como yo, entonces tú creces creyendo que el concepto de belleza va por un lado y que tú vas por el otro, y eso también influye en tu concepción de la sexualidad porque el ojo público no te ve de esa manera”.

Pregunto entonces, ¿fue ‘A fuego lento’ una manera de sanar?, Y Daymé responde: “Absolutamente. A mí me hacía falta sanar porque yo no me atrevía a tocar esa canción, era como un libro que tenía guardado porque yo pensaba que nunca iba a ser capaz de leerlo, pero un día pasó algo: una vez estaba en una presentación en un pueblo de Texas y una señora blanca, muy mayor, se acerca y me dice “quiero que le firmes este álbum a mi hija”, y me enseña una foto de ella, que era una muchacha rubia preciosa, de lo que la norma occidental nos muestra como el estándar de belleza, y la señora me dice “mi hija padece de bulimia”, y yo me paralicé. Fue entonces cuando aprendí a ser empática, y también entendí que era un problema no solo mío, sino que también podía existir en el sentido contrario”.

Cortesía: Team Daymé Arocena/Cortesía: Team Daymé ArocenaDaymé Arocena, artista cubana de 32 años.