Su mano temblorosa se aferra a un limón como si de eso dependiera su vida. Inés Paniza Barrios se concentra en él y perdiendo los nervios, ayudada mágicamente por ese fruto, comienza a rememorar lo que ha sido su vida a lo largo de estos 67 años bien vividos.
Con el pasar de los minutos se va sintiendo más cómoda, allí en Barrio Abajo, donde llegó invitada por Marlon Peroza y Gaiteros de Pueblo Santo para que después de muchos años pudiera cumplir el sueño de grabar una canción.
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No es cualquier tema, es Me gusta la gaita, composición con la que ganó el Festival Nacional de Gaitas Francisco Llirene de Ovejas, Sucre, en la categoría de canción inédita.
Pero, llegar a ese momento sublime no fue fácil. De hecho, en su vida no ha compuesto más de cinco canciones. Pero esa gaita que le hace “patalear el corazón” la ha puesto como una reina “naciente” a pesar que el 19 de enero próximo cumplirá 68 calendarios allí en su natal Colosó, lugar que no abandonó ni en la época de la violencia.
La niñez de Inés en Colosó estuvo marcada por el trabajo, el deporte y los sonidos ancestrales de la gaita y los tambores.
Por ello no tiene duda alguna de cuando escuchó la primera gaita. “Desde niña, mi vecino era gaitero y me prestaba un tambor pequeño que ellos tenían y yo me lo traía para mi casa y ahí lo aporreaba, pero eso lo dejé porque a veces mi mamá me regañaba. Yo me fui olvidando de eso”.
Y allí con las obligaciones que se van adquiriendo con el pasar de los años, la familia, los hijos, Inés fue dejando de lado ese amor, pero, siendo siempre fiel buscaba la manera de estar unida a ese instrumento de vástago vegetal.
Incluso su travesía de amor por las músicas ancestrales la llevaron en algún punto de su vida a Morroa, pues allí le dijeron que encontraría al cupido que le enseñaría a conquistar al instrumento, pero el personaje no hizo más que beberse una botella de ron. “Nunca me enseñó, dijo que volvía al día siguiente y no regresó”.
No es sino hasta 1992 cuando los fuelles del acordeón llevaron a su Colosó un Festival Vallenato. Se ajustó su falda y supo que era el momento. “Yo canté en una cumbia. Y el personal saltaba, sacaba pañuelos, una locura. Sentí que me fue bien, pero como uno dice a veces, la rosca y no gané. Al año siguiente pasó lo mismo y dije que no concursaba más”.
Pero, como si su negativa fuese una premonición de lo que venía, justo cuando decidió, en un acto de resistencia, no competir en el festival, los grupos armados al margen de la ley impusieron una época de terror en Colosó, alejándola de la música.
Colosó y la violencia
“Nos daba temor de salir a la calle porque el pueblo quedó solo”, recuerda vívidamente de lo que fue ese momento para ella y su familia. Junto a su esposo, sus dos hijos y su madre aguantaron los embates de los crímenes allí en su casa.
Aunque no pensó nunca en salir de Colosó, pues allí estaba su casa, su mamá sí se lo propuso. Que cogieran sus cosas y pusieran rumbo hacia Sincelejo. “Mi mamá tenía mucho miedo y ella me decía que nos fuéramos, pero éramos 5 y era difícil. Nos quedamos, sin mirar a nadie, no sabíamos nada y así fue pasando”.
Una mujer festivalera
Los años pasaron, siguió trabajando en la alcaldía de Colosó. La violencia disminuyó. La música sonaba, pero ella quizá estaba perdiendo ese amor que había tenido que pasar tantas afugias.
Tuvieron que pasar 30 años de aquella participación en ese festival vallenato para que Inés fuera invitada por un hermano a disfrutar de la gaita en Ovejas. En ese ambiente se reencontró con el viejo amor, el sentimiento perenne resurgía como el ave fénix.
Con tanta inspiración compuso El hacha de mi abuelo, una canción con la que concursaría en 2023 llegando hasta la final. Pero, ya todo estaba hecho, su cuerpo solo pedía gaita y así nació la idea de concursar en 2024 y coronarse como una reina.
“Después de la primera ronda no quería concursar, eso me daba nervio, yo temblaba”. Pero, los aplausos del público, los pañuelos arriba, como aquella vez en los 90, era una especie de revancha. En ritmo de merengue, ponía a todos a cantar.
La grabación de la canción
Uno de esos que estuvo ahí, entre el público fue Marlon Peroza, líder de Gaiteros de Pueblo Santo, quien junto a Milena Antolinez, Cumbia Queen, supieron que debían hacer algo. Semanas después estaban en Colosó, en casa de la reina Inés para decirle que querían grabarle su canción, pero que la cantara ella misma.
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Grabar Me gusta la gaita ha sido un sueño hecho realidad para Inés. “Nunca pensé que estaría en un estudio, viendo cómo mi canción cobra vida”, confiesa con orgullo. El proceso la conecta con sus raíces y con las historias que ha vivido, desde la música que heredó de su comunidad hasta los momentos más oscuros que superó con fortaleza.