Los sueños no entienden de edades ni de obstáculos, solo esperan el momento en que se decide hacerlos realidad. La vida, con sus altibajos, siempre da la oportunidad de buscar nuevas metas y, sobre todo, de demostrar que el tiempo jamás será un límite para aquellos que creen en sí mismos.
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Este martes, un grupo de 35 mujeres valientes reflejaron esta premisa. Son pacientes con cáncer de mama y sobrevivientes que, desafiando las adversidades, han logrado culminar sus estudios de bachillerato.
El auditorio de la Universidad de la Costa CUC fue el recinto para acoger a estas mujeres que cambiaron el birrete por los turbantes rosados, el poderoso color que simboliza la enfermedad. Con toga y estola rosada fueron inspiración para todos los presentes.
La graduación se hizo posible gracias a la Fundación Abrazos del Alma y fue titulada “Cumpliendo el sueño de mujeres que viven con cáncer y supervivientes”.
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La representante de la fundación, Silvia Patiño, contó que la iniciativa nace como esa oportunidad de asumir un compromiso con la responsabilidad social, velando por aquellas personas que necesitan una mano amiga.
“Aquellas que necesitan que alguien que las atienda y las acompañe en su proceso de salud. Este proyecto busca realizar actividades que no solo beneficien su bienestar físico, sino que también impulsen su desarrollo personal y educativo”.
Gracias a un convenio especial, estas 35 mujeres lograron alcanzar este sueño, demostrando que la educación es una herramienta poderosa para transformar vidas. Sin embargo, la directora también reflexionó sobre los retos que enfrentan al consolidar estas iniciativas.
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“A veces es grave, porque hay momentos en los que no contamos con los recursos necesarios o el apoyo adecuado, pero el compromiso de todos nos impulsa a seguir adelante”.
Mujeres renovadas
“Nos sentimos abrazadas en el alma por tantas personas que están detrás de todo esto. Esto es una parte de nuestra nueva vida: como nuevas mujeres, nuevas emprendedoras, nuevas madres renovadas, amigas y compañeras”, expresó Nancy Vidal.
Además de adquirir conocimientos académicos, estas mujeres también lograron una profunda transformación personal.
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“La vida ha hecho mucho por cada una de nosotras, y por eso nos sentimos agradecidas, gozosas. Más que estudiar, nos preparamos desde el corazón, trabajando en lo psicoemocional, lo psicosocial, en hermandad, en aceptación y en empatía”.
Conmovida por el proceso vivido, confesó: “A veces siento que me leo, pero vuelvo y aterrizo. Somos mujeres renovadas totalmente. Aquí seguimos, no luchando ni peleando, sino gestionando nuestra nueva vida”.
Una admirable enseñanza
La ceremonia también resalta las historias de quienes las acompañaron en este viaje de superación. Una de ellas es Gilma Rosa Pérez Morrón, profesora de Español y Literatura, quien, desde su experiencia personal como sobreviviente de linfoma no Hodgkin, inspiró a estas mujeres a creer en sus capacidades y nunca rendirse.
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A pesar de haber enfrentado su tercera recaída en agosto y haber perdido inesperadamente a su hijo este lunes, Gilma encontró en la enseñanza una razón para levantarse.
“Este acto de las mujeres no podía dejarlo pasar por alto, a estas mujeres que, en su mayoría, dudaban de sus capacidades debido a la edad. Nunca es tarde para estudiar, y cuando uno está con Dios, Él todo lo hace nuevo”.
Además de ayudarlas a comprender la gramática y la riqueza del idioma, les transmitió su amor por el español y la importancia de valorarlo. “Hay que darles lo esencial, lo que les será útil, y sobre todo enseñarles a amar nuestro idioma, que yo lo amo profundamente”.
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