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“Ya estoy lista, vamos a subir”, decía Ariana Hurtado mientras sostenía una vasija de barro envuelta en una red tejida de fique y una bandeja de mimbre con un queso redondo, elementos esenciales que complementan su papel como una de las pastorcitas en el tradicional pesebre en vivo de Usiacurí.

Con 9 años, limpiaba su túnica y se disponía a seguir a sus compañeros, un numeroso grupo de 90 personas que desde hace 30 años ha hecho posible este montaje parateatral, uno de los espectáculos más representativos de la Navidad en el departamento del Atlántico, aquel que mueve corazones para celebrar la llegada del Niño Jesús.

Usiacurí es todo un pesebre que evoca la sencillez, la belleza y espiritualidad que solo en un territorio con su arquitectura y paisajes se puede percibir. No en vano también tienen un viacrucis en vivo que refleja la fuerza de sus herencias culturales.

Orlando Amador

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Y es por ello que heredar esta tradición se convierte en un orgullo para las generaciones que cargarán en sus hombros este majestuoso legado que dejó el maestro Tomás Urueta (Q.E.P.D). Ariana, a su corta edad, lo siente y lo expresa como si fuera una de sus mayores pasiones.

“Lo que más me gusta es que aquí he formado muchos amigos. Siempre conozco personas nuevas. Esta es una gran herencia porque mi mamá participó en este Pesebre y ella sabe que es muy lindo y yo también quise entrar a este maravilloso Pesebre”.

“Niños, vamos, organizados y con cuidado”, le dijo Patricia Iglesias, actual directora del pesebre al grupo de artistas que se disponía a subir las escaleras de la Iglesia Santo Domingo de Guzmán para uno de los últimos ensayos previo a su presentación hoy desde las 8:00 p.m.

Patricia recibió oficialmente la dirección del Pesebre hace dos años, en un acto público organizado por la Gobernación del Atlántico y la Secretaría de Cultura. “Trabajé durante 25 años detrás de bambalinas con mi tío Tomás. Él no tuvo hijos y me consideraba su hija adoptiva. Por eso, cuando él falleció, la responsabilidad recayó en mí, no solo como su familiar más cercano, sino como alguien que entendía la esencia de este legado”.

Escenas con vida propia

Hacerlo más real no solo implica el movimiento de sus personajes. El Niño Dios no es ningún boceto hecho a mano, es un bebé de tres meses que vive en su cuna de paja. También hay adultos mayores de 80 años que conforman el coro de nanas y animales reales que hacen de este pesebre toda una obra monumental.

“Tenemos siete momentos principales: la entrada de la Virgen María y San José, la llegada del Niño Dios, los pastores, los Reyes Magos, el coro, y la dramatización de un villancico. Todo sucede en vivo, con animales reales como caballos y una burrita que acompaña a la Virgen en su recorrido”.

Orlando Amador

La convocatoria para el elenco comienza en septiembre, con audiciones en colegios y anuncios públicos en el municipio. “Los niños y adultos saben qué momento empezamos los ensayos. Hay quienes esperan todo el año para ser parte del Pesebre. Desde septiembre trabajamos en el vestuario y la puesta en escena, lo que asegura que cada detalle sea impecable”.

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Declarado patrimonio cultural, esta tradición encuentra en la geografía del municipio un escenario perfecto. “Usiacurí es conocido como el Pesebre del Atlántico, y su topografía hace que cada rincón sea ideal para esta representación. Mi tío quiso rendir tributo a la tribu Mokaná y al pueblo que lo vio nacer. Por eso optó por un pesebre vivo, lleno de movimiento y significado”.

Fue en 1994 cuando el Ministro Laico para las comunicaciones de la Arquidiócesis de Barranquilla, invitó a la Parroquia de Santo Domingo de Guzmán de Usiacurí a participar en un concurso de Pesebres auspiciado por la Primera Dama de la Nación y la del Departamento del Atlántico, Pilar Carbonell de Polo.

“De hecho se pensó que los personajes de la Virgen, San José, el Niño Dios, los Reyes Magos, Pastores y Ángeles debían tener los rasgos físicos de nuestros primitivos pobladores. También se retomaron las nanas o canciones de cuna, ya en vía de extinción por parte de las actuales madres lactantes y cantadas por el personal del adulto mayor”.

Entre generaciones

Con una túnica blanca, alas y una aureola plateada, Carla Redondo estaba feliz de que la prensa estuviera documentando el fervor que se siente en una escenificación de este tipo.

Para ella, este legado ha sido parte esencial de su vida desde 2017, cuando ingresó al elenco como el ángel rojo. Hoy, con seis años de participación y 23 años, Carla tiene el honor de interpretar al ángel Gabriel.

“Ser el ángel Gabriel es un reto y un privilegio. Este personaje es quien entrega al Niño Jesús a la Virgen María. Sé que es un momento clave porque todas las miradas están puestas en el Niño Dios. Por eso, trato de desempeñar el papel con respeto, llevando el mensaje de tradición y espiritualidad que representa la llegada de Jesús al Pesebre”.

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Desde pequeña, Carla observaba con admiración las representaciones del Pesebre en Vivo. “Siempre lo veía como espectadora con la ilusión de algún día ser parte de la obra. Mi familia también ha estado involucrada: tengo primos mayores que participaron en el coro y en otros papeles. Así que, cuando se dio la oportunidad de unirme, no lo pensé dos veces”.

En otro costado, había alguien que parecía tímido, como si se tratara de su primera vez en la obra, pero no. Emanuel Escorcia, de 16 años ha hecho parte de esta presentación desde el día que nació.

“En el 2008, cuando tenía solo tres meses, interpreté al Niño Dios por primera vez. Después del Niño Dios, participé durante cuatro años como parte de la colorida Arre burriquita, luego fui La Estrella, y ahora tengo el honor de interpretar a San José”.

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El joven destaca cómo esta experiencia le ha permitido crecer como persona, y a su vez, poder ser miembro activo de su comunidad. “Es algo que me llena de orgullo. Desde que nací, he estado involucrado en esta obra, y cada vez siento más responsabilidad de mantener viva esta tradición que representa tanto para Usiacurí”.

Todo está listo. Hoy, a las 8:00 p.m., el atrio de la iglesia de Usiacurí volverá a llenarse de vida. Desde las escalinatas donde se ubica el coro de 40 niños, hasta la gruta del Niño Dios y la llegada de los Reyes Magos a caballo, esta joya cultural sigue su genuino camino de fe y tradición.