Cumplir cuarenta años de ininterrumpidos de labor en favor de la inclusión y el bienestar de personas con discapacidades, ha sido uno de los mayores logros de Rita De La Cruz, quien empezó con este desafío desde 1894.
Esta organización ha sido un pilar importante para muchas familias de Barranquilla, ofreciendo programas de educación, asesoría y apoyo integral, pero además, preparándolos para entrar al área laboral o comenzar un emprendimiento, dependiendo de sus capacidades.
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A lo largo de las últimas cuatro décadas, el Centro de Educación Especial y Rehabilitación para personas con Discapacidad (CEER) ha ido evolucionando y creciendo, adaptándose a las necesidades de cada adulto o niño que ingresa. Actualmente, cuenta con un equipo multidisciplinario de profesionales que trabajan en conjunto para ofrecer terapias ocupacionales, programas de desarrollo social y emocional, música y otras actividades.
EL HERALDO conversó con Rita De La Cruz, presidenta de este centro de educación, Estefanía Castillo Rincón, Ilario Vázquez y Alicia Fernández Villarreal, quienes pertenecen a la organización y entregaron su testimonio de superación.
Empezó como escuela
Aunque no fue fácil los primeros años debido a que la organización no contaba con los recursos y el personal suficiente para atender a la población, esto no les impidió avanzar, hicieron múltiples tareas, y a la vez desde su profesión de psicología, Rita atendía a los pacientes en la sede que se ubicaba en el barrio Los Nogales.
“Francisco Martínez, y yo hacíamos el acompañamiento de psicología a los padres de familia y a los estudiantes. Así, con el transcurrir del tiempo CEER se fue dando a conocer en la comunidad Barranquillera”.
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En 1989, llegó a la corporación la familia Morales González a incluir a su hija María Claudia, que presentaba problemas de parálisis cerebral. La señora Carmen se vinculó de lleno a la corporación para aportar su granito de arena. “Posteriormente nosotros hicimos un convenio con la fundación del barrio para poder incluir laboralmente a estas personas. Nosotros los preparamos a nivel de escolaridad, hacíamos un curso de primaria, pero no teníamos bachillerato”, dijo De La Cruz.
Evolucionaron
Entre los hitos más significativos de este centro de educación, se encuentra la capacitación laboral de personas discapacitadas. Hasta hace dos años se dedicaron solo a brindar talleres y herramientas que les pudieran dar a estas personas una autonomía.
Nosotros los preparamos y los formamos académicamente en todas sus habilidades socioemocionales para que se incluyeran en la parte laboral. Y es que nos dimos cuenta de que algunos tenían habilidades impresionantes. Sus padres no les van a durar toda la vida, entonces ellos deben aprender a trabajar y a valerse por sí mismos, porque los límites no existen”, anotó.
Con la llegada de la pandemia Rita pensó que todos los años de trabajo se perderían, pues en aquel momento no halló la forma en la que podía seguir con sus alumnos, pero su hija Margarita Molina se apropió de la situación para seguir con ese legado.
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“Me especialicé en Chile sobre discapacidad para poder seguir con esta labor tan bonita que ha hecho mi mamá. Tenemos convenios con el SENA desde hace muchos años y los adultos reciben su certificación cuando hacen sus cursos, que son de cocina, música, pintura o bisutería”, contó Margarita.
Grandes testimonios
Las personas adultas que han sido parte de CEER, han logrado superar sus propios límites y han hecho de su vida una gran producción de éxitos que cada día se elevan más.
“Gracias a las ‘profes’ y a la corporación CEER he logrado superar mis límites, actualmente estoy trabajando, he logrado comprar mis cositas, le doy plata a mi papá y me he convertido en una mujer muy independiente. Por eso mi mensaje para las personas con discapacidad como yo, es que los límites no existen y que si se puede”, contó Alicia Fernández Villarreal.
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Por su parte, Estefanía Castillo quien practica equitación y ha sido ganadora de medallas de oro, dijo que: “Me gustan los caballos y si hago algo indebido, lo arruino todo y adiós caballos”, dijo.
Finalmente, Ilario Vázquez, contó que lleva varios trabajando en una empresa de pollos, logró casarse y tener dos hijos. “He logrado hacer una vida normal, hasta me compré una moto y con ella también trabajo. Todo esto ha sido gracias al apoyo y la ayuda que nos brindan aquí en CEER”.