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El Atlántico ha perdido a una de sus almas más poéticas. A los 107 años, dejó este mundo Manuel Patrocinio Algarín, el baranoero que logró ostentar el título de ser el poeta más longevo del planeta, y a su vez, ser un fiel guardián de la tradición cultural de esta tierra.

La noticia de su partida, conocida este lunes 13 de enero, se presenta a tan solo nueve días después de haber sido homenajeado en la Loa de Baranoa, un espacio que Algarín convirtió en su casa artística y espiritual.

EL HERALDO pudo constatar que falleció en la tranquilidad de su hogar ubicado en el barrio Piñique del municipio.

El poeta nació el 13 de noviembre de 1917 y a lo largo de su prolífica vida, ‘Don Patro’, como lo llamaban cariñosamente, dedicó sus versos a celebrar la naturaleza, el amor y la vida, sin dejar de lado los temas sociales que lo inspiraron a alzar su voz a través de la rima.

Este maestro de la poesía logró lo que pocos han hecho: ser profeta en su tierra. Desde las entrañas de ‘El corazón alegre del Atlántico’, le cantó al amor, al dolor, a los campesinos y a todo lo que su mirada, llena de sensibilidad, alcanzaba a vislumbrar.

Influenciado por gigantes como Cervantes, García Lorca, Quevedo y Rubén Darío, sus obras destacaban por contener ese léxico clásico que evocaba lo mejor de la tradición literaria universal.

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Aunque sus versos y acrósticos comenzaron a gestarse mucho antes, sus obras pudieron ver la luz cuando Algarín tenía 77 años. Fue entonces cuando publicó su primer libro, Hojas de otoño, con el apoyo de la Gobernación del Atlántico.

Aquel debut tardío marcó el inicio de una nueva etapa en su vida literaria. Y con el tiempo, de manera independiente, publicó Luces de mi ocaso y Manantial de acrósticos. Estas obras consolidaron su nombre en el panorama literario regional y ampliaron el grupo de lectores que comenzaron a buscar en sus páginas la esencia de lo romántico.

Una vida rodeada de amor

En el ocaso de sus 107 años, Manuel Patrocinio Algarín Palma, vivió sus últimos días en total calma, rodeado del amor de su familia y de su eterna pasión por las letras. Su hija, Carmen Alagarín, quien compartía con él una afinidad especial, le contó a este medio cómo transcurrieron esos momentos finales con su padre.

“Ya él no conversaba mucho, pero cuando le leía algo que le gustaba, sus ojos se abrían o asentía con la cabeza. Sus últimos dos meses, fueron así. Hablaba como lo indispensable, pero muy atento, él no se perturbaba. Y nosotros ahí rodeándolo. Su energía vital fue cayendo, su frecuencia cardíaca fue 71 y así, fluctuaba mucho”.

Su hija le compartía fragmentos de libros, como escritos de Juan González hasta temas filosóficos y literarios, que siempre captaban su interés. Incluso en sus últimos meses, Algarín encontraba consuelo en el arte, la historia y la música, con especial fascinación por documentales sobre Helena de Troya y la poesía de Lady Díaz.

Le gustaba mucho escuchar temas relacionados con la filosofía, con la literatura. También disfrutaba ver los noticieros, el del Senado. Y era juniorista a morir, veía partidos de fútbol, béisbol y El Tour de Francia”.

Para una de sus nietas, Adriana Algarín, el hombre detrás del legado literario y cultural de Baranoa, también fue un abuelo cercano, lleno de amor y con una capacidad única para hacer especial cada momento en familia.

Entre los recuerdos más entrañables que atesora está la tradición que él mismo creó: escribir poemas para cada una en su quinceañero. “A todas nos dedicó una poesía en ese día tan especial. Es imposible no recordarlo declamando, bailando y gozándose la vida en nuestras celebraciones familiares”.

Además de sus participaciones familiares, Manuel Patrocinio era una figura constante en festivales de poesía. “Le encantaba visitar a sus amigos y recibir en casa a quienes venían a preguntarle sobre la historia de Baranoa. Siempre tuvo las puertas abiertas para todos”.

Archivo EL HERALDOAlgunas de las obras que dejó Manuel Patrocinio Algarín Palma.

Aunque solo alcanzó a cursar hasta cuarto de primaria, Manuel Patrocinio nunca permitió que la falta de estudios formales limitara su crecimiento. “Siempre recordaba con orgullo que su formación académica fue básica, pero su curiosidad intelectual lo llevó a consumir mucha lectura, hablar con propiedad y transmitir ese amor por el conocimiento a sus hijas y nietas. Gracias a eso, todas nos hemos convertido en mujeres estudiosas”.

Un legado inmortal

Para Alberto Sarmiento, director del Museo Histórico de Baranoa, Manuel Patrocinio fue un amigo cercano, un maestro, un escritor y un custodio de la memoria histórica. “Nos dejó un legado invaluable. Era un hombre con una memoria prodigiosa que utilizó tanto para conservar como para actualizar conocimientos históricos, sociales y culturales”.

Su aporte a la cultura ciudadana trascendió generaciones, fortaleciendo las bases del patrimonio histórico y cultural de Baranoa y del Atlántico. Como autor del libro Baranoa y escritor del himno del municipio, Algarín dejó un compendio esencial sobre los aspectos históricos, geográficos, religiosos y culturales de su tierra, incluyendo capítulos dedicados a figuras como Juan José Nieto Gil, la Guerra Civil y la evolución de la educación en la región.

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“La Loa es uno de los patrimonios más importantes de Baranoa, y el señor Algarín contribuyó enormemente a su preservación y fortalecimiento. Siempre apoyó a los actores que ingresaban por primera vez y les transmitía su experiencia y amor por este legado. Además, pudo ser director de esta puesta en escena”.

Este miércoles son sus exequias

Al poeta, que también logró tener la condecoración de Caballero de la República, otorgada por el Senado de Colombia en honor a su legado al cumplir un siglo de vida, se le dará su ultimo adiós hoy a partir de las 4:00 p.m. en la Parroquia Santa Ana y la sepultura será en el cementerio municipal.