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Sonó el primer golpe de tambora, anunciando que una gran fiesta estaba por comenzar. De fondo se escucharon unas maracas junto al sonido de un tambor alegre y un llamador.

Las canciones folclóricas de San Jacinto llevaron la batuta en una voz femenina, y se oyó un grito sabroso: “Animalito del monte que sales de un matorral, a comerse to’a mi yuca, yo tenerla que sembrar, e-e-e-e-e-e-a, óyeme puerco manao, déjame trabajá”.

Esa fue la invitación más evidente a mover el cuerpo, haciendo música, cantando y bailando, y aunque los usuarios de Fundavé no puedan ver nada, ellos sí que saben lo que es gozar el Carnaval de Barranquilla.

Su fuerte es el sentir de su corazón al tocar un instrumento, y aquello que identifica a un currambero, sin importar que alguna parte de su estructura corporal no funcione de la misma manera. Es la alegría, la jocosidad y el espíritu costeño lo que enciende la llama en medio de la oscuridad en su visión.

María del Rosario Guevara, una de las socias fundadoras de la organización, se regocija en el ambiente festivo que ellos mismos han creado, hablando de la inclusión y el talento con el que cuentan. Afirma que hay cantadoras de bullerengue y que ellas no pasan desapercibidas durante las carnestolendas, puesto que el Carnaval también es inclusión.

Desde el año 2000

Fundavé nació para ser un refugio y un lugar de esperanza para las personas que de un momento a otro comenzaron a tener dificultades para poder ver el mundo y también para aquellas que sus ojos ya habían perdido la luz.

El propósito más grande de sus fundadores fue normalizar esa dura realidad que a algunos les cuesta aceptar al inicio, pero que con el tiempo asumen y logran sentir la pérdida visual como algo que no afecta sus vidas. Así lo contó María del Rosario Guevara, socia fundadora de la organización.

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“Desde que comenzamos con la fundación nuestro propósito siempre ha sido resaltar la inclusión a través de la música, el deporte y otras actividades que por nuestra discapacidad visual no tendríamos que dejar de hacer. Yo, por ejemplo, soy una persona completamente ciega debido a que hace un par de años me dio una enfermedad que se llama retinitis pigmentaria, y aún así me disfruto el Carnaval de Barranquilla todos los años”.

La fundación cuenta con un grupo folclórico que con el tiempo han renovado. Comenzó con niños con discapacidad visual que debido a su gran talento se introdujeron en el Carnaval.

Johnny Olivares

Hace 10 años se logró consolidar este trabajo de inclusión cultural con proyectos que se han ido gestionando desde el Ministerio de Cultura.

“A las personas ciegas o con baja visión nos fortalece que nos formemos en cultura y en temas de tradición, ya que esto nos hace sentir más barranquilleros. Cada año hacemos una fiesta carnavalera, este es un proyecto para que gocemos del Carnaval con toda la propiedad del mundo”, añadió María.

Un canto del alma

Se quebrantó la voz de una cantante sanjacintera perteneciente a Fundavé, al contar que por culpa de la covid-19 la vista se fue para siempre de su vida. Pero a través de potentes cantos siente que vuelve a nacer y a darle color a su vivir. Y es que crear canciones no es cualquier cosa, quienes tienen este talento poseen una sensibilidad única que engrandece situaciones, sentimientos y la admiración de los que pueden observar desde la distancia. Así ha logrado sobrellevar la pérdida de la visión Yeimy Laguna.

“Perder la vista es algo muy devastador, cuando a mí me pasó caí en depresión, porque tener esta discapacidad significaba comenzar a reaprender todo y mientras depender de otras personas. Antes no me atrevía a salir sola por miedo, pero aquí en la fundación encontré una guía maravillosa y también he podido desarrollar mi talento como compositora”, contó Laguna.

Desde noviembre del 2024, esta talentosa mujer ha compuesto sus propias canciones, sumando en total 8 canciones entre vallenatos y gaitas.

Yeimi se llenó de valor y tras una pausa en su relato entonó un vallenato de su autoría, en honor a las remembranzas de su niñez junto a su abuelo, algo que hizo sentir a todos en su encuentro ancestral, fue algo inexplicable. “Para mí el Carnaval de Barranquilla significa tanto, yo disfruté mucho de la Batalla de Flores cuando veía, bailé y aprecié tanto la cultura de la Puerta de Oro, que hoy me siento satisfecha de haber tenido la oportunidad de admirar tanta belleza”.

Que suene la tambora

Alma de carnavalero es lo que tiene Jesús Púa, quizá es su juventud la que le permite vivir alegre. Este chico de 18 años de edad toca la tambora con sabrosura.

Al observarlo se percibe que no solo está concentrado haciendo de las suyas con el instrumento, también se nota la pasión y el disfrute del folclor.

“Desde el 2012 comencé mi rehabilitación en Fundavé, y gracias a eso he podido desarrollar actividades y talentos en deporte y música. Y yo vivo al 100 % el Carnaval, es que aquí todos somos una sola familia, y para mí el Carnaval también es eso, disfrutar de unos entre otros y eso hace que todos conectemos”.

Johnny Olivares

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Jesús cuenta además que los ensayos son increíbles, ya que en ese espacio viven momentos alegres, de risa, pero sobre todo de compañerismo, ya que entre los compañeros aprenden y se apoyan mutuamente.

Eso es lo que hace que al llegar esta época del año los artistas descarguen su energía y dejen fluir la alegría propia del Carnaval por sus venas.

“De todos los ritmos folclóricos que tocamos, el que más me gusta es la cumbia. Es un ritmo que me llena y que me llega al alma y que por supuesto me hace mover el esqueleto”, dijo entre risas.

¿Y el alegre?

Hay personas que se reservan en la cotidianidad, son de pocas palabras, cortantes y tranquilas, pero al parecer eso es solo una fachada, porque cuando llega esta festividad descargan toda su energía. Así le ocurre a Amílcar Facete, pero él lo hace amarrando con sus piernas el tambor alegre y golpeando la superficie de cuero del mismo.

“Hace un año inicié tocando el tambor alegre, y para mí ha sido una experiencia maravillosa, aunque me costaba mucho aprender, ahora lo toco con naturalidad y eso me hace feliz. Con mis compañeros de Fundavé bailamos, gozamos y disfrutamos del Carnaval de Barranquilla”.

Para demostrar que es cierto lo que dice, realizó un toque en vivo y sostenido, sí, un redoble de tambor.

La fiesta se prendió más cuando otra usuaria de Fundavé gritó: “Juepa, juepa, juepa jé”. El resto de músicos de inmediato siguieron su voz y tocaron cumbia, y todos arrimaron las sillas para hacer espacio y poder bailar libremente al son que le tocaran los reyes del lugar.

“La invitación para las personas con discapacidad visual es que se vinculen a un proceso de rehabilitación, porque así desarrollamos más otros sentidos, y esa es nuestra salvación. También los invito a vivir el Carnaval de Barranquilla”, dijo María.

Johnny Olivares

Así lo hace Fundavé

Esta entidad está comprometida con la misión de trabajar incansablemente por la inclusión de personas con discapacidad visual, sordoceguera y discapacidad múltiple asociada a la discapacidad visual.

Su enfoque se centra en proporcionar programas y servicios integrales que abarcan áreas claves como la educación, la rehabilitación, la cultura y la participación ciudadana, tanto en entornos institucionales como comunitarios.

Dentro de sus instalaciones mejoran el desarrollo de competencias académicas y tiflológicas en estudiantes con discapacidad visual, entre las edades de 7 a 18 años, matriculados en instituciones educativas regulares.

Logran transformar la vida de jóvenes y adultos con discapacidad visual, enseñanza del sistema de lectura y escritura Braille, enseñanza de operaciones matemáticas básicas a través de la utilización de herramientas especializadas como el ábaco japonés, entrenamiento en tecnologías accesibles y aprovechamiento del tiempo libre.

Promueven la autonomía y la independencia de las personas con discapacidad visual y sordoceguera y proporcionan capacitación especializada en habilidades para la vida diaria, comunicación, orientación y movilidad, así como entrenamiento en ayudas técnicas para mejorar la calidad de vida de los usuarios.

Johnny Olivares