La voz del Carnaval de Barranquilla ha perdido a su más fiel pregonero. Alfredo De la Espriella, historiador, poeta de las carnestolendas y guardián de la tradición, falleció este jueves 30 de enero, dejando tras de sí un legado de 59 bandos escritos para las soberanas de la fiesta.
Era el ‘bandolero mayor’, el encargado de plasmar en versos el espíritu del Carnaval, de convertir la jocosidad en decreto y la alegría en ley. Cada año, su pluma destilaba picardía y elegancia para dar la orden del goce que cada año provoca la celebración magna de la ciudad.
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Resaltar la tradición era su principal objetivo y es por ello que su primer bando, escrito el 20 de enero de 1949, reflejaba toda su esencia:
“Yo, rey Momo del barrio Abajo,
ordeno y mando al carajo
a todo aquel maretira
que se las tira
de café con leche
y se atreva… ¡eche!
a salir en pleno Carnaval
sin disfraz, careta, capuchón,
máscara o antifaz.”
“Estaban cargados de jocosidad, tenían una simpatía con el pueblo. En eso se destacaba su creatividad e ingenio. Él recurría a unos términos que hoy han desaparecido. Matacongos, maretiras. Malemurcios era uno de los términos que más empleaba y siempre estaba pendiente de los dichos del pueblo”, explicó Alberto Martínez Pacheco, presidente de la Asociación Movimiento Cívico durante una entrevista a EL HERALDO.
El bando históricamente ha sido un reflejo no solo de la cultura caribeña y una oda a lo que rodea el Carnaval: hacedores, disfraces, música y hasta el tradicional ‘perrateo’ de estas épocas, sino que además ha sido espejo de la realidad social de la ciudad, el país y el mundo. Y eso no es mera casualidad ni salía porque sí o porque así debía ser. No. Metódico siempre, Alfredo De la Espriella andaba por la vida con una pequeña libretica en la que apuntaba absolutamente todo lo que sucedía.
Quedará en la memoria de todos
En sus manos guarda un tesoro. Lo protege con alma, vida y corazón. La reina del Carnaval 1985, Luz Marina Atehortúa, es quien durante más de casi 40 años ha resguardado en su casa el pergamino original del bando que Alfredo De la Espriella escribiera para ella.
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Explicó a este medio que esta pieza histórica terminó en sus manos después de la Lectura del Bando que ella presidió y que, incluso, muestra de la confianza a ciegas en ‘El bandolero mayor’, nunca lo leyó antes de ese momento.
“Confié en él, lo puse todo en sus manos. El mismo día, en el momento del bando, fue que lo leí. Esas preparaciones de hoy, eso no existía en ese momento”. Atehortúa agrega que “Alfredo era un personaje, y su manera de hablar, muy elocuente, te convencía de todo lo que te decía. Entonces, pues, confiaba plenamente en su retórica y lo que él iba a plasmar dentro de ese bando”.
Adiós a un maestro
La muerte del gran historiador dejó un enorme vacío entre los amantes de la cultura, la historia y el Carnaval de Barranquilla.
Así lo confirmó a EL HERALDO Alberto Martínez, presidente del Movimiento Cívico Todos por Barranquilla, y amigo de Alfredo y su familia. Y es que De la Espriella padecía Alzheimer desde hace tiempo, con lo cual fue desmejorando su estado de salud.
Su deceso, según trascendió, ocurrió en la madrugada de este jueves en completa paz en el Hogar Geriátrico Siervas de Jesús. De la Espriella fue la piedra angular del Museo Romántico, un espacio dedicado a rescatar la memoria histórica de la ciudad y de nuestra más grande fiesta.