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Culto, respetuoso y con un gran amor por Barranquilla. Así describen amigos y familiares a Alfredo De la Espriella, quien durante más de 30 años trabajó para preservar la historia de la ciudad que lo acogió cuando llegó de su natal Ciénaga, Magdalena.

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El escritor e historiador que el próximo 6 de febrero cumpliría 99 años, se consideraba “el más barranquillero de todos”. Tal vez eso fue lo que lo motivó a luchar durante toda su vida por recuperar los elementos que acercaran a las nuevas generaciones a sus antepasados y conocer la manera en la que estaba organizada la ciudad económica, social y culturalmente.

Así nació el Museo Romántico el 7 de abril de 1983, su sueño hecho realidad, el lugar donde la creatividad era protagonista y el escenario de encuentros de grandes personalidades como: Amira de la Rosa, Meira Delmar e incluso Gabriel García Márquez, quien lo catalogó como ‘el historiador de Barranquilla’, sí hasta el mismísimo Gabo lo reconoció como ese guardía de la memoria barranquillera.

En el museo se encontraban objetos, fotografías y documentos originales relacionados con la historia de la ciudad desde sus inicios a orillas del río Magdalena hasta el desarrollo moderno como capital del Atlántico.

Sin embargo, en el año 2018, De la Espriella tomó la decisión de dejar la dirección de este espacio, por causa del Alzheimer, una enfermedad degenerativa que lo mantuvo alejado de la vida pública.

Un ser lleno de amor

Gloria Díaz de De la Espriella, esposa del historiador, le contó a EL HERALDO que su amor fue a primera vista, genuino y duradero. “Alfredo fue un excelente padre, esposo, abuelo, amigo. Un ser humano maravilloso, lleno de amor, estoy segura de que en esta vida no nacerá alguien igual. Nosotros vivimos tantas cosas y él siempre fue sabio, escuchaba y actuaba con inteligencia, siempre pensando en nuestro bienestar, pero sin dejar de lado sus deseos individuales”, expresó la mujer.

Díaz también indica que durante muchos años veló para que el esfuerzo que hizo su amado no se pierda y, por el contrario, puedan fortalecerlo. “Yo trabajaba con él en el museo, vivíamos allá prácticamente porque esa era la vida de Alfredo y yo nunca lo dejé solo. Éramos un gran equipo y tuve la fortuna de ver muy cerca sus triunfos, pero también acompañarlo en sus derrotas y salir adelante”.

Su lucha por la cultura

Si hay algo que De la Espriella hizo sin límite alguno fue trabajar para que la esencia y la memoria histórica de Barranquilla se mantuviera intacta en el tiempo.

El gestor cultural e historiador Eduardo Suescun manifiesta que De la Espriella fue en su momento un gran impulsor de la cultura, principalmente del Centro Artístico en la década de los 50.

“La actividad de Barranquilla en los primeros años del siglo pasado fue bastante importante y él comenzó a impulsar el tema artístico de la ciudad”.

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Señala que De la Espriella fue el jefe de cultura de la ciudad de ese entonces y promovió la presentación de obras de teatro con el respaldo de Amira de la Rosa, quien para esa época ya era una poetisa bastante destacada y la habían nombrado embajadora cultural en España.

“Ella dejó su grupo y desde entonces Alfredo fue el responsable de la actividad teatral en la ciudad que para esos años tuvo mucha presencia”, sostiene el historiador.