Sean Baker lo ha vuelto a hacer. El célebre director norteamericano, quien ha sabido retratar las realidades opuestas al denominado Sueño americano en su cinematografía, estrena su última obra maestra, Anora, luego de haber conseguido la Palma de Oro y 6 nominaciones al Óscar.
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Estilísticamente emocionante, inmensamente entretenida y emocionalmente genuina, Anora es una singular variación de una historia de la Cenicienta que sólo podría provenir de Sean Baker.
Es así como logró obtener nominaciones a Mejor película, Guion original, Actriz principal (Mikey Madison), Actor de reparto (Yura Borisov) y Mejor director (Sean Baker).
Ambientada en 2018, sigue la alocada odisea de su protagonista Ani, interpretada por Mikey Madison, una joven trabajadora sexual ruso-estadounidense que se ve arrastrada fuera de su vida cotidiana como bailarina erótica por el impetuoso y derrochador hijo de un oligarca ruso.
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Cuando la noticia llega a Rusia su cuento de hadas se ve amenazado, ya que los padres de él se dirigen hacia Nueva York para anular el matrimonio.
El origen de la cinta
El origen de Anora se remontan a la colaboración que Baker ha tenido durante toda su carrera con el actor Karren Karagulian, quien ha trabajado con el cineasta desde su ópera prima, Four Letter Words (2000).
Él sabía que Karagulian está casado con una mujer ruso-estadounidense de Brooklyn, lo que le dio un punto de partida para la creación de Anora. “Hace tiempo que quería encontrar un medio de expresión para Karren Karagulian. Sabía que quería hacer una historia sobre la población rusoparlante en la zona de Brighton Beach y Coney Island, ya que Karren tiene vínculos con la comunidad. Al final se me ocurrió esta historia, que se desarrolló aproximadamente en un año”, afirma el director.
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Con Baker a la cabeza del proyecto, Mikey Madison no dudó ni un instante en asumir el rol de una trabajadora sexual, pues estas mujeres han estado presente en la mitad de las películas de Baker, incluyendo Starlet, Tangerine, The Florida Project y Red Rocket.
Para Madison, aquello que destaca en esas películas –y en el trabajo de Baker en general– es una mirada clara, sin prejuicios, sin condescendencia y sin explotación. Madison afirma: “Sean ha dedicado su carrera a desestigmatizar el trabajo sexual y a contar historias sobre personas marginadas. Y siempre lo ha hecho de forma honesta –y también divertida. Trata muchos temas oscuros, pero constantemente los cambia de manera radical y les inyecta humor. Así que confié absolutamente en Sean y supe que sería un verdadero colaborador”.
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Desde el principio, Madison estuvo profundamente comprometida con su personaje y con la película en su conjunto, señala Baker. “Ella investigó en los clubes y se encargó de sumergirse en la vida y las habilidades de una bailarina —pero lo que aportó como artista humana y transformadora a la película sólo ella podía hacerlo, y el personaje cobró vida de una forma tan hermosa e impresionante”.