Que se escuchen los aplausos para Alejandro Castillo Pacheco, un barranquillero de 47 años que en la reciente edición de los Premios Goya se alzó con el premio a Mejor Sonido por su trabajo en la película Segundo premio.
Este inquieto hombre, que está radicado hace más de dos décadas en Barcelona, España, y cuyo nombre para muchos no decía nada, ondeó por lo alto la bandera barranquillera. Lo mejor de todo es que esta no es la primera vez que logra un ‘cabezón’, como popularmente se le dice a la estatuilla que otorga la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España. En su diálogo con EL HERALDO, detalló que es su tercer Goya.
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Castillo Pacheco, quien nació y se crió en el barrio La Victoria, ubicado en la localidad Metropolitana, es hijo del recordado periodista Carlos Castillo Monterrosa, conocido como ‘el Duque’, quien fue asesinado a bala en 1979. Su infancia y juventud transcurrieron en un entorno marcado por la dificultad, pero también por la solidaridad de quienes conocieron a su padre.
Desde muy joven, Alejandro cuenta que sintió una fuerte conexión con la música y el sonido. “Siempre me interesó la música, empecé con bandas cuando el grunge estaba en su apogeo en Estados Unidos y el post-punk en Inglaterra. En Barranquilla solo se escuchaban géneros populares como el vallenato y la cumbia, pero nosotros queríamos explorar algo distinto”, dice con un marcado acento español del cual se desmarca diciendo: “Acá me dicen que mi hablado es muy distinto a todos”.
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Su curiosidad lo llevó a involucrarse en la producción de sonido en vivo para bandas locales como León Bruno, Los de Adentro o Systema Solar, entre otras. Con el tiempo, su interés por la producción audiovisual lo llevó a estudiar Producción de Radio y Televisión en la Uniautónoma, donde descubrió su verdadera pasión: el sonido para cine.
Cuba, clave en su proceso
El destino de Alejandro Castillo cambió cuando su amigo Roberto Flores, quien había estudiado en la Escuela Internacional de Cine y TV de San Antonio de los Baños, Cuba, lo animó a postularse para una beca en esta institución.
“Me dijo que yo tenía el perfil para estudiar sonido en Cuba. No tenía dinero para pagar la prueba de admisión ni la matrícula, pero con la ayuda de amigos, rifas y donaciones logré reunir lo necesario para viajar”, cuenta.
Un apoyo fundamental vino de la comunidad judía de Barranquilla, en especial de Samuel Minsky, director del Barranquijazz, con quien trabajó en varias ediciones del festival musical, él fue quien le regaló un tiquete aéreo a La Habana. Su hermano y otros empresarios también aportaron fondos, permitiéndole costear parte de su educación. “Fue un mecenazgo impresionante”, destaca.
En Cuba, Alejandro se formó con referentes del sonido cinematográfico como Jerónimo Labrada, perfeccionando así su técnica en la captura y edición de sonido para cine.
Dos décadas en España
Tras graduarse en Cuba, Castillo llegó a España por amor y se estableció en Cataluña, donde ha desarrollado una exitosa carrera como diseñador de sonido. Con más de 100 películas en su trayectoria, ha trabajado en producciones que han sido aclamadas por la crítica y premiadas en distintos festivales internacionales.
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Su talento ha sido reconocido con tres Premios Goya (otros dos por Entre dos aguas y Un año y una noche), consolidándolo como una de las figuras más importantes en su campo. Sobre su más reciente galardón por Segundo premio, comenta: “Es un reconocimiento muy especial. Trabajar en esta película fue un reto, porque el sonido es un elemento fundamental en la narrativa, ya que se trata de un musical. Haber sido premiado por la Academia de Cine de España es un honor y una motivación para seguir creando”.
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Al preguntarle sobre lo que representa este nuevo premio en su carrera, Alejandro dice que “es muy positivo por la alegría colectiva que se genera, al punto que hasta esos amigos perdidos que tenías vuelven a aparecer (risas), la exsuegra o la exnovia, el júbilo es grupal y me encanta esta situación. En lo personal puedo ver el trofeo unas tres vidas, luego hay que seguir trabajando para que ese reconocimiento que te dan en realidad siga teniendo valor”.
A pesar de su éxito en Europa, Alejandro Castillo no olvida sus raíces y ganas de regresar.
“Siempre llevo a Barranquilla conmigo. Es la ciudad que me formó, que me enseñó a soñar. A veces pienso en volver y aportar mis conocimientos a las nuevas generaciones que quieren hacer cine en la ciudad”, confiesa el diseñador de sonido.