En medio del bullicio del Carnaval, donde las calles se inundan de colores y música, existe un espacio donde la fantasía y la realidad se entrelazan con un propósito mucho más profundo que el simple brillo de las lentejuelas. Es el universo creativo de Diana Rolando, diseñadora empírica que ha convertido su talento en una misión social.
La historia de Diana comienza como la de muchos colombianos: marcada por el desplazamiento y la adversidad. A los 9 años llegó a Barranquilla desde Medellín junto a seis de sus hermanos. Desde los 11 años trabajó como empleada doméstica, una experiencia que, según confiesa, fue paradójicamente “el trabajo más bueno” que tuvo dentro de todos los empleos a los que se dedicó en su juventud.
“Dios me ha cogido como el alfarero, que empieza a moldear la arcilla”, relata cuando habla de esos años difíciles que forjaron su carácter. Un carácter que la llevó a enfrentar el rechazo del mundo de la moda con una frase que se convertiría en su mantra: “Yo puedo sola”. Y pudo. Hoy, su nombre es referente indiscutible en el Carnaval de Barranquilla, el Concurso Nacional de Belleza (CNB), festivales y reinados tanto nacionales como internacionales en los que su talento trasciende fronteras, trabajando por convertir a Soledad en lo que ella denomina “el emporio de la moda” del Caribe colombiano.
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A sus 51 años, esta diseñadora soledeña ha logrado construir un legado que va mucho más allá de los trajes de carnaval y cuando se le pregunta sobre cómo se ve así misma responde: “Diana Rolando es una mujer más llena de de muchísimo muchísimo amor demasiado por las personas. Lamentablemente el mundo ha crecido tras Pero soy una mujer demasiada demasiada avispada. Soy demasiado avispada, muy soñadora. A veces tengo 50 años, 51 años. A veces siento que tengo 20 años de la manera como pienso, cómo quiero hacer las cosas. Llena de muchísimas ilusiones, de muchos deseos de hacer cosas maravillosas”.
Es partidaria de que el éxito se comparte y siempre tiene presente que, detrás de cada prenda realizada a petición del cliente se encuentra el trabajo de muchas manos que merecen ser exaltadas. “Yo no soy la diseñadora de puertas cerradas. Yo soy la diseñadora de puertas abiertas, donde todo el mundo tiene que conocer los artesanos que están alrededor de la prenda (...) No lo digo mucho pero lo aplico. Voy empujando a la gente y voy creciendo en mi empresa pero al mismo tiempo voy dando a conocer al artesano. Aquí llegó Maía, le hicimos su vestido y la llevamos al taller para que saludara a todos los artesanos y supiera quién estaba detrás de cada detalle. Todo eso hace que la gente crea en ellos y también que ellos crean en sí mismos”, manifestó.
Un taller de diseño que hoy se convierte en una universidad para la vida
Lo que distingue a Diana Rolando no es solo su habilidad para transformar telas en fantasía, sino su vocación por compartir conocimiento. “Creo que soy la primera empresa del mundo que acepta personas que tengan ganas y hagan caso”, comenta con una sonrisa que refleja orgullo y convicción. Su taller, descrito por muchos como “la universidad de la vida”, ha sido semillero de grandes talentos del diseño barranquillero.
Entre sus pupilos destaca Jaime Mejía, un joven desplazado por la violencia que llegó “con una mano adelante y otra atrás” y hoy es un reconocido diseñador en Santa Marta. “Él creyó en su talento porque yo le decía: vas a ser un gran diseñador, vas a crecer, vas a tener tu empresa”, recuerda con la satisfacción de quien ve florecer lo que sembró.
Moda para el cambio social
Pero quizás lo más sorprendente del universo creativo de Diana es su capacidad para convertir la moda en herramienta de rehabilitación social. En su taller han encontrado refugio jóvenes con problemas de drogadicción que descubren en el diseño un camino alternativo. “Este mundo de fantasía a nivel cultural atrae a muchas personas. La mente se les envuelve, como me dice uno de ellos: ‘Yo me meto aquí como algo mágico y empiezo a crear’”, relata con emoción. “Y terminan siendo de los mejores”.
Entre esas historias de redención, Diana recuerda a un joven con problemas de adicción a quien impulsó a desarrollar su talento para el tatuaje. Hoy ese joven trabaja en España y constantemente le agradece por haberlo sacado “de la oscuridad a la pureza”.
La misión de capacitar
A través de sus talleres de capacitación, que hoy recorren toda Colombia y se han expandido hacia Estados Unidos, Diana llega principalmente a comunidades vulnerables y madres cabeza de hogar. “Quizás hay muchas madres golpeadas por dificultades de la vida, que no tienen la manera cómo vestirse bien, cómo estar bien”, explica.
Su método comienza con una charla motivacional basada en su propia historia de superación, que le permite “romper el hielo” y conectar con su audiencia. Luego imparte técnicas de corte y confección que califica como “diferentes”, enfocadas en la practicidad que exige el mundo moderno.
“Lo más gratificante es un abrazo diciendo gracias, pero esa gracia es con un sentir muy grande”, confiesa emocionada al recordar la reacción de sus alumnas al finalizar los cursos.
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‘Soledad va a ser el emporio de la moda’
Entre los múltiples sueños que alimenta esta incansable creadora, uno destaca por su ambición colectiva: convertir a Soledad en referente nacional de moda. “Hoy por hoy soledad ha crecido al nivel de la moda porque ahora es un proyecto que yo puse y dije ‘Soledad va a ser el emporio de la moda’. Yo quiero que Soledad sea conocido como conocen a Galapa; una máscara de Galapa, un traje de fantasía de Soledad. Y eso silenciosamente lo he ido creando sin decirlo. Es un deseo implícito, un deseo interno mío”, expresó.
Diana Rolando recuerda que detrás de cada lentejuela hay manos que trabajan, historias que transformar y talento por descubrir. “Soy de las personas que pienso que los los verdaderos artistas y lo verdaderos, está en la comunidad más afectada. No tienes ni idea y ni te imaginas la cantidad acervo cultural de talento que hay en en el silencio de la gente necesitada (...) un silencio absoluto que existe dentro de ellos y que no saben cómo expresarlo”, puntualizó.