El periodista y economista colombiano Luis Carlos Vélez ha lanzado Mercenarios, un libro respaldado por la editorial Planeta, que es considerado toda una investigación profunda sobre el magnicidio del presidente de Haití, Jovenel Moïse, ocurrido el 7 de julio de 2021.
Este sangriento hecho estremeció al mundo en medio de la pandemia, y de manera exprés se señaló a un grupo de exmilitares colombianos como los principales autores del crimen. Hoy, estos hombres permanecen encarcelados en Haití, enfrentando condiciones adversas y condenados.
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Sin embargo, el comunicador asegura que tras una rigurosa investigación, sus hallazgos ponen en entredicho la versión oficial. “La historia no fue como la contaron”, afirma en su libro, que busca abrir el debate sobre la verdadera responsabilidad de los colombianos implicados e incluso dar con el autor intelectual.
En conversación con EL HERALDO, el ex director de La FM, compartió algunas de las conclusiones más relevantes de su investigación. “La gran conclusión del libro es que no hay una prueba incontrovertible que demuestre que los colombianos involucrados en el asesinato del presidente de Haití hayan viajado con ese objetivo, ni que sean los autores materiales del crimen”, afirmó Vélez.
El periodista explicó que, a pesar de que estos exmilitares fueron acusados de haber planeado y ejecutado el magnicidio, su investigación revela inconsistencias significativas en la versión oficial. “Después de varios años de indagación, no hay hasta ahora una prueba concluyente de que ellos supieran que esto iba a ocurrir. Entonces, ¿por qué en Colombia hemos aceptado como cierta una narrativa que los señala directamente como culpables?”, cuestionó.
Las señales del vudú
Uno de los elementos más impactantes revelados en el libro está relacionado con la condición en la que fue hallado el cuerpo del presidente haitiano.
“El cadáver de Jovenel Moïse presentaba señales que coinciden con rituales asociados al vudú”, detalló Vélez.
El mandatario tenía 12 impactos de bala, el ojo izquierdo removido y la pierna derecha rota, signos que, según el periodista, corresponden a prácticas rituales del vudú. “Cuando se le extrae el ojo a una persona, se cree que es para hacerle ‘mal de ojo’, y romper el fémur simboliza que el espíritu del fallecido no podrá perseguir a sus agresores. Este tipo de señales no corresponden al accionar de exmilitares colombianos, quienes son reconocidos por su entrenamiento riguroso y técnicas precisas en operaciones especiales”, explicó Vélez.
El autor argumentó que todo lo anterior refuerza la idea de que otras fuerzas, posiblemente locales, habrían intervenido en el magnicidio.
“Una fuerza especial colombiana que supiera exactamente a qué iba no habría disparado 12 balazos en el cuerpo del presidente. En este tipo de operaciones se busca conservar munición y ser lo más discreto posible. Ese exceso de violencia no concuerda con el proceder de exmilitares entrenados en Colombia”, agregó.
Otro aspecto que pone en duda la versión oficial es el papel de Martine Moïse, esposa del presidente asesinado, quien resultó ilesa durante el ataque.
Vélez indicó que en Haití existen acusaciones que sugieren una posible implicación de la primera dama en el magnicidio.
“En un operativo de esta magnitud, resulta sospechoso que la única persona que estaba junto al presidente haya sobrevivido. Su versión de que se escondió debajo de la cama tampoco parece convincente cuando uno observa el lugar donde ocurrió el ataque por el que no cabe ni una rata”, explicó el investigador.
El silencio colombiano
El escritor también cuestionó el papel del Gobierno colombiano frente a la situación de los exmilitares detenidos. “Haití no cuenta con un sistema de justicia sólido, y a pesar de ello, el Gobierno colombiano no ha hecho lo suficiente para garantizar el debido proceso de sus ciudadanos ni para exigir condiciones dignas durante su detención”, criticó el periodista.
Señaló que en lugar de promover una defensa activa para estos connacionales, el Estado colombiano ha guardado silencio e incluso ha contribuido a la condena mediática de los implicados.
“Es llamativo que en Colombia, mientras a guerrilleros, paramilitares e incluso criminales se les garantiza el debido proceso, a estos exmilitares se les ha condenado sin siquiera darles el beneficio de la duda”, reflexionó Vélez.
En sus 232 páginas, el libro también recoge relatos de familiares de los exmilitares, quienes cuentan más detalles sobre las torturas que han vivido detenidos en Haití.
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“Durante la investigación surgieron dudas, pero siempre tratamos de perseguir respuestas a las preguntas primarias que obtuvimos para llegar a unas conclusiones un poco más elaboradas por fuera del fragor noticioso, del registro que nos exigen diariamente”.