Con palmas en las manos y cantando alabanzas, centenares de fieles se congregaron este 13 de abril en la emblemática Plaza de la Paz para dar inicio a la celebración del Domingo de Ramos en Barranquilla, una tradición arraigada en la comunidad católica que marca el inicio solemne de la Semana Santa.
La procesión, encabezada por el arzobispo de Barranquilla, Monseñor Pablo Emiro Salas, acompañado de monaguillos y un grupo de feligreses, partió desde la Plaza de La Paz hasta llegar a la Catedral Metropolitana María Reina, donde se celebraría la eucaristía principal de la jornada.

Durante el recorrido, las palmas bendecidas se agitaban al compás de cantos religiosos que evocaban la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén.
Entre los asistentes, se encontraban familias enteras, niños con túnicas blancas y adultos mayores que caminaron con devoción, una de ellas fue Estela Benavides, quien en compañía de sus nietos se preparó desde temprano para vivir la jornada.
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“Nunca fallamos. A mis 62 años, tengo más de 30 asistiendo sagradamente a la Catedral y desde que nacieron mis nietos los enseñé a sentir esta pasión por Cristo”.

La procesión del Domingo de Ramos se realiza cada año en esta fecha como una forma de revivir ese momento de júbilo en el que Jesús fue recibido por la multitud, días antes de su pasión, crucifixión y resurrección. Es el preludio de una semana que para los creyentes representa el misterio central de su fe.
La mayoría de los fieles portaba la palma areca que distribuyó la Alcaldía de Barranquilla en pro del medioambiente. Cada una de ellas fue alzada al cielo con gozo y fervor.
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La procesión que, año tras año, sigue reuniendo a los hijos de la fe bajo un mismo cielo, impactó a quienes apenas se unen, así como Daniela Cañate, una joven de 17 años que vivió por primera vez este momento.
“Es la primera vez que participo y me conmueve ver tanta fe en las calles. Sentí algo muy especial en el corazón cuando entramos a la Catedral. Es como si uno caminara al lado de Jesús”.
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