El luto que recorre el mundo tras la partida del papa Francisco llegó este jueves hasta el templo más significativo de Barranquilla. En la Catedral Metropolitana María Reina, un ambiente de recogimiento, silencio y esperanza se sentía en los fieles que, con el alma conmovida, asistieron a la santa misa ofrecida por el eterno descanso del pontífice.
Los minutos pasaban antes de que el reloj marcara las 6:00 p.m. y los feligreses entraban para lograr coger un asiento. Adriana Cervantes, agarrando a su hijo de 12 años de la mano, miró hacia al altar, se persignó y se ubicó para una eucaristía que sin duda, tendría una connotación especial.

“Yo sentí que se me fue un abuelo, uno bueno, de esos que te abrazan con palabras y que siempre tenían una mirada dulce para el que sufría”.
La hora llegó. El Arzobispo de Barranquilla, monseñor Pablo Emiro Salas, ingresó al recinto junto al párroco de la Catedral, Álvaro García, y todos de pie se preparaban para agradecer y despedir al santo padre que, desde su sencillez, tocó el alma del mundo.
“En esta Octava de Pascua, Dios nos conjuga para actualizar este acontecimiento de nuestra salvación”, fueron las primeras palabras de monseñor al comenzar la misa.

“Pero también hoy nos reunimos en una Iglesia que Dios se saque, para elevar una particular oración y acción de gracias por la vida y el ministerio de nuestro Pastor, el Papa Francisco, a quien el Señor ha llamado a su presencia, a quien el Señor ha asociado a su paz fraterna”.
El Papa Francisco fue un hombre de fe
Desde el altar, monseñor honró la vida del papa Francisco y recordó la esencia de lo que significa vivir con fe: “Todo lo que sale del Papa, lo que sale de un creyente, está movido por su fe y esa fe da una sabiduría para enfrentar la vida”.

Desde su humildad y compromiso pastoral, el Papa vivió su fe como guía. “Esa fe te ayuda a asumir la vida, tu hogar, tu familia, tu misión de pastor, de laico, tu ser bautizado. Y con la misma sabiduría sabrás enfrentar la muerte”, añadió el arzobispo.
Y en ese momento, citando a Santa Teresa de Ávila, recordó que hay quienes han comprendido la muerte no como final, sino como plenitud: “muero porque no muero”.
No fue solo un líder. Tampoco solo un pontífice. Para los creyentes que llenaron este jueves la Catedral Metropolitana María Reina de Barranquilla, el Papa Francisco fue, sobre todo, un hombre de fe.
“Siempre tuvo un paso hacia adelante y nos invitó a los colombianos a dar pasos hacia adelante, a no tener miedo de perdonarnos”, insistió el arzobispo, evocando la histórica visita del santo padre al país y sus llamados a la unidad y al perdón.
Insistió en la fe, no como ritual, sino como experiencia viva. “Solo los hombres de fe pueden hacer milagros. Solo los hombres de fe pueden dar al otro lo que el otro no se merece. Solo los hombres de fe pueden romper los cálculos egoístas que nos paralizan”.

Adoración eucarística
El momento más profundo llegó con la adoración eucarística. Allí, en silencio, los presentes dieron gracias por la vida de Francisco, por su ministerio entregado, por su incansable mensaje de misericordia y unidad.
En ese instante, el arzobispo expuso el Santísimo Sacramento (la hostia consagrada) en una custodia (una especie de relicario dorado) y lo colocó el altar para que los fieles puedan adorarlo.
En ese momento, la mayoría conducía su mirada a un retrato enmarcado del papa Francisco con su característica sonrisa amable y el gesto de bendición que tantas veces ofreció desde la Santa Sede.
El cuadro, tenía a su lado una ofrenda floral de rosas rojas y blancas, acompañado por tres velas encendidas. Al lado, una imagen de la Virgen María con ángeles a sus pies.
“Señor, que en tu voluntad nos concedas a un pastor que guíe la Iglesia hacia el lugar que tú quieres, que nos confirme en la fe de los apóstoles”.
El arzobispo pedía por un guía que, como Francisco, camine con los pobres, abrace a los heridos del alma y se atreva a romper con las sombras del egoísmo.
“Un pastor que no tema las tempestades y que, como Pedro, se mantenga firme en la roca de la fe, que la luz de tu resurrección resplandezca en medio de nuestras tinieblas, de nuestros engaños”.