La pedagoga barranquillera Sixta Hernández promueve una educación
consciente desde su Centro educativo y cultural ‘Luna lunera’.Sixta Hernández empieza su día con una buena taza de café. Antes de sumergirse en su rutina, lee y medita. Es su manera de conectar consigo misma antes de entregarse a su misión: acompañar la construcción de historias de vida de niños y niñas en Barranquilla, una loable labor que ha hecho por más de 20 años.
Esta barranquillera es mediadora de lectura, escritora de literatura infantil y una promotora incansable de la cultura oral y escrita en la niñez. Su vida ha girado en torno a las palabras y la educación, pero su gran sueño tomó forma hace más de una década cuando fundó ‘Luna Lunera’, un espacio donde los niños son respetados en su esencia y aprenden a través del arte, el juego y la literatura.
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“Luna Lunera nació de una profunda reflexión sobre su práctica pedagógica y de la necesidad de crear un espacio donde la infancia fuera acogida sin prisas y con respeto. Siempre con presencia de las familias, que es lo fundamental en la propuesta, porque finalmente somos eso: una red de apoyo”.
El éxito de esos talleres llevó a Sixta a dar el siguiente paso. Hace 13 años, Luna Lunera se consolidó como un centro educativo cultural con la apuesta de brindar a la infancia un espacio que la acoja, que comprenda las diversas formas de ser y de estar en el mundo, y que ofrezca experiencias de aprendizaje significativo.
“Queríamos construir un lugar donde los niños aprendieran sin sentirse presionados, donde la educación estuviera ligada a los lenguajes artísticos y al juego, porque eso es lo que realmente permite un aprendizaje con sentido”, contó la pedagoga quien ya no se imagina sus rutinas rodeada de la inocencia, creatividad y ganas de soñar de unos niños con una gran imaginación.
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Educación consciente
Sixta promueve una educación basada en el respeto y en el reconocimiento de la individualidad de cada niño. Para ella, ser maestro no se limita al aula; “es una vocación que trasciende la vida misma”.
“El ser maestro supone ser un sujeto político con posturas críticas frente a la formación de los niños y las niñas. Supone ser un investigador, un observador presente del juego, de las experiencias. Y a partir de ahí, generar preguntas y diseñar experiencias alineadas con los intereses de los niños”, explica.
Desde su experiencia, la educación debe ser un proceso de constante reflexión e investigación. “No podemos limitarnos a lo que ya sabemos. Es fundamental explorar otras pedagogías, otras filosofías educativas, y estar dispuestos a aprender siempre”, enfatiza.
Sixta no solo dirige, también diseña y sueña el Centro Educativo Cultural Luna Lunera. Ella también está ahí, cada mañana, con los niños. Su presencia es total. Desde antes de las 8 a. m., ya ha dispuesto el espacio: los libros están en su lugar, los materiales listos, los elementos organizados para estimular la curiosidad de quienes llegarán con los ojos llenos de preguntas.
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“Somos un grupo pequeño, no trabajamos con grandes multitudes. Eso nos da la posibilidad de mirar al otro a los ojos, de saber niños y niñas que buscan explorar el arte en sus múltiples lenguajes. Hay arcilla, acuarela hasta la percusión y el teatro, donde la infancia descubre su propio ritmo y expresa su mundo interior a través de diversas disciplinas artísticas.
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“Tenemos talleres de lenguaje de la plástica, acuarela, pintura creativa, talleres de percusión, de ritmo, algo que llamamos ritmo exterior, que es como descubrir tu propio ritmo; talleres corporales, artes escénicas y yoga”.
Es decir, aquí, la educación y el arte cobran vida. “Si ya tienen sus colegios o escuelas de educación formal, donde empiezan con contenidos académicos, puedan también tener un espacio donde disfruten de los lenguajes y conecten lo aprendido en la escuela con lo que hacen en las tardes a través del arte y eso es muy positivo para ellos”.