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Se dice que viajar en el tiempo no es posible. Que desencadenaría paradojas imposibles de explicar. Que es ciencia ficción. Pero, hay lugares en este territorio mágico del Caribe que están detenidos en el tiempo. Los años no pasan. Entrar ahí es ir al pasado, a otros tiempos nostálgicos y en el centro de Barranquilla hay uno de estos.

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Pero, ¿cómo puede estar detenido el tiempo? Pues bien, gracias a una colección de más de 100 mil discos de vinilo que suenan en el tornamesa ubicado en el fondo de la tienda Discolombia, ubicada en la Calle 37 #41-37, que es una suerte de guardiana de la cultura musical del mundo, porque si bien la salsa y la música africana es lo más apetecido, ahí hay espacio hasta para discursos políticos grabados.

Hay de todo. Desde salsa hasta canciones del Junior de Barranquilla, pasando por los mencionados discursos, vallenatos, cumbias, porros, jazz, música anglo, baladas y un sinfín de géneros que intentar nombrarlos todos no terminaría nunca.

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“Esta era la bodega de Discolombia. Aquí despachábamos a los más de 20 almacenes que teníamos en toda la costa. Y entonces aquí quedó ya resguardado con el tiempo, porque todos los demás cerraron. Hay más o menos de unos 100 mil discos, de los cuales 10 mil los tenemos aquí en exhibición, y en la bodega tenemos ya el resto guardados. Además, entre discos, cassettes, CDs, hay más de 300 mil mal contado”, reconoce Shane Butrón actual administrador del lugar.

Y es que su familia empezó en el negocio de la venta de discos en los años 60 en Magangué, Bolívar, después fueron creciendo hasta llegar a Barranquilla donde comenzaron las sedes principales. “Aquí por cada cuadro había dos almacenes. Y comenzó a tener en Cali, en Valledupar, en Santa Marta, Cerete, Montería, Sincelejo”, añade Shane.

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“Aquí hay discos que están muy olvidados, lo que era el sello Machuca, Felito Récords, que allí grabaron La Niña Emilia, Dolcey Gutiérrez, Calixto Ochoa, Lisandro Mesa, Petrona Martínez. Y teníamos un stand de más de 200 álbumes grabados aquí”.

Lo que más se vende, naturalmente, es la salsa y la música africana. Verbena pura y dura. Sin embargo, hay música para todos los gustos y por eso quienes llegan a Discolombia se encuentran con un universo musical.

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“Estamos organizando todo para hacer entrada directa a los dos pisos. Para que la gente pueda entrar y conozca toda la bodega”.