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Mirar a los ojos a la muerte. No temerle. Aceptar su destino. Eso es lo que hace José De los Santos en la película ‘Yo vi tres luces negras’, que tras su paso por el Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias, llega a las salas de cine del país desde este jueves.

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Este relato, del director Santiago Lozano Álvarez, es un homenaje a los rituales mortuorios del Pacífico colombiano. A esas comunidades negras que han estado apartadas y han sido segregadas.

A través de la vida de José De los Santos, quien desde pequeño aprendió las artes de los rituales mortuorios heredadas de sus ancestros, tiene un compromiso con las ánimas del purgatorio, quienes lo protegen y lo atormentan.

De carácter fuerte y orgulloso, carga con el peso de no haber podido rezar y sepultar a su hijo Pium Pium, quien fue desaparecido hace un tiempo.

Un día el espíritu de su hijo lo visita y le anuncia que el día de su muerte está cerca, señalándole que debe ir selva adentro para encontrar el lugar donde debe morir.

Motivado por sus creencias y con la certeza de la muerte de su hijo, José De los Santos inicia un viaje por la selva para cumplir con su destino.

A través de una narrativa poética y evocadora, la obra cinematográfica invita al público a explorar las vastas dimensiones de la vida y la muerte, guiados por la sabiduría ancestral de José de los Santos, un anciano que se aventura hacia la selva del litoral pacífico colombiano en búsqueda de su encuentro final con la muerte.

En conversación con EL HERALDO el cineasta comentó que esa idea de retratar a los rituales de la muerte eso justo nace del encuentro que ha tenido durante un poco más de dos décadas con diferentes comunidades del Pacífico colombiano, y de asistir no solamente a las historias que le narraban alrededor de los rituales de las muertes y de la conexión también con la muerte que se vive en esta región del país, sino también asistir a un proyecto hace unos cinco años en el Medio San Juan (Chocó), donde tuvo la oportunidad de conocer a muchos sabedores y sabedoras de esta región que se dedicaban justamente a desarrollar toda esta tradición fúnebre del Pacífico.

“Y justo porque los rituales mortuorios y los alabados del Medio San Juan fueron declarados como patrimonio material cultural de la nación por el Ministerio de Cultura. Y ahí, digamos, como que en ese viaje que estuve en el Medio San Juan, en la población de San Miguel y en Andagoya, donde desarrollan el encuentro de alabados cada año, conocí muchas historias, pero sobre todo conocer esta tradición y esta expresión cultural de las comunidades que no solamente hacen parte de un asunto expresivo, artístico, sino que hace parte también de la manera de vivir, de ser y estar en la cotidianidad, en comunión también con la tierra”, destacó.