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Más de cien mil personas se congregan en el municipio de San Benito de Abad para celebrar las fiestas del Señor de los Milagros. En el año se hacen dos peregrinaciones, explica Leidy Martínez, ha­bitante del municipio. 'En el año conmemoramos al Señor de los Milagros en dos ocasiones', dice.

La primera fiesta es cono­cida como la del perdón y la reconciliación y se hace en el primer semestre, los asis­tentes van en búsqueda de piedad o para agradecer por los favores recibidos. 'En el mes de marzo hacemos la primera peregrinación en el pueblo, los que vienen en esa época lo hacen para bus­car perdón o dar testimonio de lo que han recibido en ac­ción de gracias al señor de los Milagros', afirma.

La segunda fiesta es el 14 de septiembre, en esta ocasión, según Martínez, se celebra el cumpleaños del Señor de los Milagros, y las per­sonas van a rendirle culto, de acuerdo con ella, 'vienen habitantes de todas partes del mundo movidos por la fe y el amor que le tienen a nuestro santo'.

El sacerdote Laureano Ordosgoitia afirma que hay personas que también acu­den al señor de los milagros para buscar más tranquili­dad de su alma por medio de este camino espiritual. 'Habrá quienes peregrinen por expiación de sus peca­dos o invocando al Jesús de la Misericordia o Señor de los Milagros por necesida­des del alma. Otros para en­contrar la salud del cuerpo y del alma.

San Benito de Abad está ubicado a 51 kilómetros de Sincelejo y por su exten­sión (1.542 kilómetros cua­drados) es considerado el municipio más grande del departamento de Sucre. Tiene, según el último cen­so realizado, 25.442 habi­tantes.

Fue fundado el 23 de junio de 1677, Alonso de Heredia fue el primer europeo en re­correr las tierras. En 1669 el gobernador de la provincia de Cartagena, Don Benito Figueroa y Barrantes, orde­nó la fundación del pueblo para administrar las enco­miendas del sur de esa ju­risdicción, pero pasaron 8 años para que se confirmara el establecimiento del mu­nicipio.

El rey de España fue el que confirmó la fundación bajo la categoría de Villa. Cuando Figueroa y Barrantes fue re­movido como gobernador se fue a España y dio la orden de esculpir una imagen de Cristo crucificado para obse­quiarla a San Benito de Abad.

La escultura llegó al pue­blo en 1678, poco tiempo después se corrió el rumor de que la imagen era mila­grosa por lo que se le em­pezó a rendir culto, mismo que aún subsiste y genera turismo en las dos épocas del año en que se realiza.