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Usted se siente dormida y se come una pava (o machucao) de ají y al poquito rato se siente una picazón en todo el cuerpo y pa’ allá es que va', dice, en medio de carcajadas casi interminables, Delia Trujillo Márquez, o ‘Yeyo’, la matrona que ha vivido dos décadas muy picantes.

Tiene 70 años, estatura baja, pero su corpulencia la hacen ver como si midiera el doble de su estatura. Ríe por casi todo y sus gestos le mueven dos verrugas en su pómulo izquierdo.

Tiene el sabor caribe, gustos exquisitos y una sazón que la ha hecho merecedora de un título honorífico y vitalicio: 'La reina del ají picante', que no está escrito ni reza en ningún decreto, pero que todos conocen porque es la única mujer que a lo largo de 500 metros de la Troncal de Occidente, en el corregimiento El Piñal, hace y vende picante.

El nombre del poblado nació por el cultivo de piñuela, en décadas atrás. Sin embargo, esta fruta hoy es casi desconocida por la mayoría de sus habitantes. La calle principal son dos kilómetros de la transitada vía; el resto son 10 callejones donde residen propios y otros que llegaron para quedarse.

Hoy El Piñal es una población tranquila, diferente a lo que fue entre 1995 y 2000 cuando paramilitares y guerrilleros de las Farc hicieron de las suyas. Estos grupos ilegales asesinaron a decenas de personas, por lo que El Piñal fue conocido como 'El pueblo de huérfanos y viudas'. Muchos de sus habitantes se fueron durante la violencia, pero volvieron poco después.

Picante callene.

Los ajíes. El corregimiento que vio nacer al cantautor Lisandro Meza, es reconocido en la región porque la mayoría de sus habitantes, 2.000 en total, se dedican a la preparación de todo tipo de recetas con ají picante, producto que aunque no abunda en la población sí le sacan el mejor provecho.

Desde las 6 de la mañana y hasta 5 de la tarde, 12 vendedores estacionarios y ambulantes ofrecen al público las diversas clases de picantes y las pulpas de ají.

'Nosotros trabajamos con seis clases: callene, conocido como cacho e’ chivo, y habanero, que son los más bravos; el jalapeño, tabasco, chivato y pimientica. Los dos últimos son los que más cultivamos en El Piñal', explica ‘Yeyo’ Trujillo.

Con el tiempo esta mujer se volvió inmune a la manipulación de los ajíes, hasta el punto de hacer los picantes y pulpas sin necesidad de utilizar guantes ni gafas protectoras, pese a que el común de las personas con solo el olor siente picazón.

'Yo me pongo guantes por higiene, pero te cojo con la mano el ají más templa’o y no pasa nada; en cambio, a veces llega la gente a saludar y en la sala se apartan porque les pica sin tocarlos', dice la matrona, quien tiene nueve hijos, todos profesionales, 'gracias al picante', oficio que aprendió en el Sena hace 20 años, cuando su esposo Luis Contreras falleció.

Todos comen. Piñalero que se respete es bueno con el ají picante y aunque todos no comercialicen los productos, sí los consumen. 'Aquí nadie sufre del colon, y el que sufre es por otra cosa. Yo sufro del colon y todo los días como pava de ají o picante, eructo y ‘juera’', dice Delia Trujillo en su intento de defender el negocio que le ha dado reconocimiento regional y nacional.

Picante habanero.

'Los picantes de El Piñal duran años porque les echamos preservativos. Además, cuando se acaba el líquido, el cliente le puede echar agua de panela, suero o vinagre, porque el ají siempre va a picar', subraya.

Festival cultural. Es tanta la acogida de estos productos que desde hace 14 años realizan por esta fecha el Festival de la Agroindustria y el Ají Picante, que, infortunadamente, en 2015 no realizaron por la cercanía de las elecciones y muchos se encontraban trabajando en el debate electoral.

Oliverio Trujillo Márquez, presidente del festival y uno de los vendedores estacionarios de picante, manifiesta que este nació por el Programa Nacional de Transferencia de Tecnología Agropecuaria (Pronatta) que se ejecutó en Ovejas, San Pedro y Los Palmitos; en El Piñal se incentivó el sembrado del ají picante y para que fuera conocido a nivel regional idearon dicho encuentro cultural.

En el Festival, que dura dos días, hacen muestras del ají picante en sus presentaciones como: vinagre, salsa, pasta y pava de ají. De estos premian los más sabrosos y a quien más los coma.

En el reinado los vestidos de las candidatas deben ser elaborados con elementos del campo, principalmente ají. Y hay concurso de piqueria, poesía y de la canción inédita.

Oliverio Trujillo también hace los picantes y explica que no solo varía la clase del ají, sino el líquido que se le adiciona, que puede ser agua de plátano maduro, piña, panela, maíz, mango, coco, vinagre o suero.

Para hacer un promedio de 100 picantes invierten $30.000 y cada tarrito lo venden entre $3.000 y $10.000, dependiendo del tamaño y los ajíes que usen para ello, porque debido a la actual sequía por el fenómeno de El Niño escasean en Ovejas, municipio vecino donde los compran al por mayor. En un día bueno pueden vender hasta $100.000; en los malos no superan los $30.000.

Viagra criollo. 'La gente viene preguntando: ¿Hay viagra? Es que quienes los consumen dicen que tienen efectos afrodisiacos y es muy positivo, por eso las mujeres de aquí son bravas, como el picante, y los hombres elegantes, como el picante', explica Delia Trujillo en su tono sabrosón.

Ingrid Vásquez, vendedora de ají picante, asegura que sus clientes 'dicen de todo y uno nada más se ríe. Aseguran que el picante los pone potentes, que es un viagra, afrodisíaco'.

Ángel Ruiz Mercado, uno de los cliente en la Troncal de Occidente, enfatiza que ese 'poder' aumenta si el picante se consume con pescado y sobre todo en los cocteles de camarón.

‘Yeyo’ Trujillo afirma que sus hijos 'fueron hechos' a punta de picante y comenta que cuando pasan los muleros le preguntan: '¿Tienes viagra? Y yo le respondo: De todos los colores y les detallo que son buenos para hombre y mujeres'.

Algunas recetas

Picante habanero. Cocinan plátano maduro con sal y azúcar y luego se licúa. A esta mezcla le adiciona condimentos (comino, ajo, cebolla y pimienta de olor) y ajíes habaneros, entre 5 o 10 dependiendo el envase.

Picante de callene. A una olla grande de agua le adicionan dos panelas, sal y se pone a hervir. Cuando se enfría hay que adicionarle condimentos y callene, entre 5 o 10 dependiendo el envase. Este mismo ají lo venden seco. Se pone al sol por varios días y después se muele. El resultado es un polvo que puede ser utilizado para sazonar o echarle a las pizzas o a la pava de ají.

Picante de frutas. Dependiendo de las frutales, estas son fermentadas por varios días y les adicionan sal y azúcar. Posteriormente los ajíes y condimentos.

Pava de ají. Se hace con cebollín, tomate, cebolla y sal. Esto se sofríe con aceite o manteca de cerdo y se le adiciona cualquier tipo de ají, ya sea en pulpa, polvo o vinagre.

Chirria. Es una pava de ají a la que se le adiciona suero.