Compartir:

Miguel Mariano Salas Salas, un hombre de apariencia sencilla, de hablar suave y de bajo volumen, es un penalista con reconocimiento en el departamento de Sucre por los casos que ha llevado, en su mayoría asociados al conflicto. Lo que muchos desconocen es que él, desde antes de que fuera titulado como abogado, fue víctima.

Paradójicamente desde su condición de defensor público ha tenido que representar a muchos de los guerrilleros que participaron en la masacre de sus seres queridos. Algunos, en más de una oportunidad, le expresaron sus intenciones de decirle por qué acabaron con su tranquilidad y la de su familia, pero siempre dijo no y, de esta manera, alejar su corazón de odio y rencor.

La mirada del país estaba centrada en el Caguán. El presidente Andrés Pastrana intentaba un acercamiento con las Farc, pero este grupo hacía de las suyas y Sucre no era la excepción.

Eran las 7 de la noche del 25 de junio del año 2000. En Colosó, uno de los municipios de los Montes de María, se sentía la acostumbrada tensión de una población que convivía con el enemigo, sin embargo, estaban de fiestas.

Ese día se realizaron las fiestas en honor a San Pedro y San Pablo, y aunque la Fuerza Pública había advertido de la necesidad de no realizarlas porque informes de inteligencia daban cuenta de las malas intenciones que tenían las Farc, se hizo caso omiso.

Mientras más de la mitad del pueblo se aglomeraba en inmediaciones de la plaza principal, un velo de desgracia cubría la residencia de los Salas en Calle Real.

Carlota Contreras de Salas, de 90 años, estaba en su vivienda en compañía de sus hijos Alberto y Ana Aminta Salas Contreras, además de Romeo Salas Villamil, el esposo de su hija, que es un reconocido líder político de esta población.

Con el poderío con el que ingresaban al rincón más apartado del municipio, hombres alzados en armas bajo el mando de Carlos Gutiérrez Arias, alias ‘Pedro parada’ o ‘el Hombre del sombrerón’, quien fue tercer cabecilla y jefe de milicias e ideólogo del frente 35 de las Farc, irrumpieron en la casa.

No pronunciaron palabra, el único sonido que se escuchó fue el de las armas que acabaron con la vida de la madre del abogado, de su abuela materna y un tío, hermano de su mamá. Su padre logró escapar.

Espaldarazo

Desde entonces, Romeo Salas, único sobreviviente, se estableció en Sincelejo con sus hijos Miguel y Rosita, quienes desde sus esferas laborales siempre han estado en defensa de las víctimas del conflicto armado, impulsaron el Sí y hoy celebran el Nobel de Paz concedido al presidente Juan Manuel Santos.

'Pienso que es un premio a la perseverancia, a la firmeza, a la esperanza porque abre aún más las puertas a la paz, Colombia había caído en un abismo', sostuvo el abogado.

'En el momento que las personas lideraron el No, no miraron las consecuencias de sus actos, pensaron en todo menos en Colombia, pero hoy todos, los del No y el Sí estamos unidos para alcanzar la paz. Este es el espaldarazo más grande que ha podido recibir Colombia', celebró.

Advierte que la noche en que las Farc se tomaron su casa solo se encontraban los adultos, pues él y sus cuatro hermanos estaban por fuera, estudiando en universidades y trabajando. De no ser, así el número de víctimas hubiera sido mayor.

Aunque Salas no sabe, ni tampoco quiere saber por qué mataron a los suyos que eran de la tercera edad, cree que una de las cosas que pudo haber incidido es que ellos, que siempre han apoyado a la institucionalidad, en más de una ocasión permitieron que las tropas de la Primera Brigada de Infantería de Marina acamparan en el extenso patio de su casa, donde lavaban sus uniformes y les brindaban café.

'Quizás mi papá creyó que nadie vería esa buena acción que él tenía con los infantes que estaban en el pueblo, pero la guerrilla desde lo alto estaba vigilando todo y, por eso, quizás, se metieron a la casa', dice Salas.

Al tiempo, recuerda que ese inmueble de madera con dos balcones, tanto en el frente como en el patio, fue visitado en muchas ocasiones y hasta sirvió de alojamiento para hombres de la política de este país, en especial de las toldas liberales y hasta para Seusis Pausías Hernández Olarte o ‘Jesús Santrich’, uno de los negociadores de las Farc que para el año 1980 se desempeñó como personero de Colosó.

Seusis, un hombre al que Salas le reconoce la inteligencia que posee, siempre tuvo ideas de izquierda. Tanto así que en Colosó muchas personas le recriminaban a los Salas Salas el trato cordial y de amistad que siempre le dieron.

El abogado Miguel Mariano espera reencontrarse con Seusis Pausías para volverle a estrechar la mano y pedirle que ponga al servicio de la paz y las buenas acciones de este país la misma inteligencia con la que actuó ‘Jesús Santrich’.