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Había una vez una pareja que se ganó el título de superhéroes gracias a la labor social de llevar la lectura a lugares impensables. No tienen capa ni espada, pero sí un gran corazón, arma suficiente para llenarse de valor y llevar las bibliotecas a las casas. La misión es abrir las puertas, entrar con obras literarias y permitir que la imaginación de los niños y adultos vuele mientras se educan.

Tener la idea fue solo el principio. Ver a gente vinculándose al proyecto fue el segundo paso. Comenzar a hacerlo realidad es el tercer ciclo que no termina de escribirse, o mejor, leerse.

Desde hace algún tiempo los esposos Cherils Ortiz Martínez y Carlos Peña Canchila se impusieron el propósito de convertir las salas de las viviendas de la zona rural en bibliotecas, adoptando así el nombre de ‘bibliocasas’, espacios con los que buscan acercar a las zonas más apartadas a través de los libros.

A ellos los une más que el amor de pareja: la pedagogía. Enseñar es el lazo de este matrimonio para con las nuevas generaciones, las que necesitan saber que la lectura es primordial si se quiere salir adelante.

Ella es bibliotecaria y él es licenciado en Ciencias Naturales. Carlos Peña tenía la idea de montar un bar-café en el que los clientes tuvieran la oportunidad de leer un libro mientras conversaban o se tomaban algo, pero no sabe en qué momento se vio vinculado a la actividad de su esposa de incentivar la lectura en las comunidades y articularon la Fundación Papá Gato, así como la canción de Poncho Sánchez, gracias a los gustos musicales del profe.

'Las cosas cambiaron de rumbo. A él le comenzó a gustar el trabajo comunitario y gracias a eso, además, descubrió que es narrador oral, por eso también recita cuentos en festivales y otros eventos', dijo Cherils.

Visualizaron a la vereda El Yeso, en el municipio de Morroa, donde hallaron la colaboración de la líder comunitaria Marcela Carrascal que puso a disposición de la fundación la sala de su casa para organizar la biblioteca.

En esta comunidad se benefician unos 25 niños que a diario se acercan a la vivienda a leer y dibujar. Cuando la pareja viaja a la vereda los fines de semana les imparten talleres de lectoescritura y racionamiento lúdico. La felicidad de estos pequeños y jóvenes no puede ser mayor y eso se refleja en sus rostros sonrientes de agradecimiento.

'Decidimos hacerlo en estas zonas debido a la necesidad que tienen las comunidades rurales para acceder a la información, por eso tomamos la iniciativa. Trabajamos con la comunidad rural por lo mismo ya que se le dificulta el acceso a los libros, redes sociales e internet', dijo Cherils.

Este sueño se comenzó a materializar a mediados del año pasado cuando contactaron a la Biblioteca Nacional que les donó unos 400 libros de toda temática. Así tuvieron la oportunidad de distribuirlos en El Yeso y ahora en la vereda Tolima, en Morroa también, en donde están montando la nueva 'bibliocasa'.

Con sus propios recursos e ingresos –ella, en la biblioteca del Sena, y él, como coordinador del colegio Cristóbal Colón de Morroa– han logrado que la fundación subsista en el mundo mágico de las letras.

También recaudan recursos de los talleres de lectoescritura que hacen en varios municipios los cuales cuestan $30 mil. Lo captado es destinado a fortalecer el programa social que desempeñan en pro de la educación y el desarrollo de las comunidades.

Porque también se trata de un proceso de autodescubrimiento que va de la mano con la lúdica y la educación. Una tarea titánica si se tiene en cuenta que el acceso a las áreas en las que están trabajando y las que tienen identificadas es remoto y bastante difícil. Pero es que no hay sitio en donde las palabras no puedan volar y esta mujer y este hombre se han encargado de construirles el avión. Y es que todo se puede cuando se tiene ganas y esta pareja nada ha perdido con intentarlo, al contrario, han ganado la satisfacción del deber cumplido.

'Estas son zonas que han sido muy sufridas y al llegar la Fundación se les cambia la visión al conocer que tienen oportunidades, sobre todo las niñas, que cuando comienza la adolescencia la idea es casarse y tener hijos. Por eso se les está diciendo que valen como valen los demás y pueden salir adelante', dijo la bibliotecóloga.

La idea de Cherils y Carlos es que los jóvenes se apropien de esta misión para que sigan en el proceso y así este cuento, a diferencia de los que los niños leen, no tenga fin.