El porro y el fandango no tienen edad ni estatura. Estos se encarnan en los cuerpos que lo piden a gritos, no importando si son niños, jóvenes o adultos. Lo importante al fin y al cabo es hacer que la tradición nunca muera. Eso se notó a leguas en el Desfile del Veintenerito que recorrió varias avenidas la tarde de este domingo en Sincelejo en el marco de las Fiestas del 20 de Enero.
Los más pequeños tuvieron el turno de demostrar que son hijos de sabaneros y que el baile les hierbe en la sangre a la par de la inocencia que se irradia en sus rostros. Las bandas no paraban de sonar y el resto corrió por cuenta de los niños que se dejaban llevar por los instrumentos de viento.