Compartir:

Mientras en muchos cementerios del departamento de Sucre se han visto largas filas de familiares para visitar a sus difuntos, en los dos privados que hay en Sincelejo cancelaron esas visitas. En uno de ellos asumieron la medida porque horas antes fueron sepultadas cuatro personas que fallecieron por coronavirus, mientras que en el otro porque familiares de difuntos protagonizaron el domingo una riña.

Lo cierto es que en el Cementerio Central de Sincelejo el ingreso masivo ha sido en horario de oficina, con aplicación de pico y cédula y protocolo de bioseguridad.

En el de Corozal los familiares de los difuntos han hecho caso omiso a las medidas, en especial a los 15 minutos que debía demorar la visita para evitar aglomeraciones y permitir el acceso de más ciudadanos, lo que ocasionó malestares.

Mientras que en el Cementerio Municipal de Sincé 18 tumbas esperan por una visita y por un arreglo floral. Muy seguramente esos difuntos tendrán quienes los lloren, pero lo dramático es que no saben dónde están esos restos. Se trata de los 18 cuerpos sin identificar o NN que permanecen en este campo santo.

Llegaron allí entre los años 2004 y 2007. Fueron en ese momento 75 las personas sepultadas como NN. De todos se conoce que fueron dados de baja en combates con miembros de la Fuerza de Tarea Conjunta de Sucre, unidad que tenía su centro de operaciones en esta localidad de la sabana sucreña.

Para esos años las bóvedas colapsaron en Sincé por la cantidad de NN recibidos y al alcalde Oliverio Oliver le fueron cerrados los créditos en la funeraria donde adquiría los ataúdes porque los recursos destinados por el Municipio para esta situación se agotaron.

Fue tan grave el problema que la administración de la época le pidió al comandante de la Fuerza de Tarea Conjunta de ese entonces, teniente coronel Luis Fernando Borja Aristizábal, que los cuerpos sin vida de esos presuntos ciudadanos abatidos en combates fueran trasladados a municipios vecinos, ya que en muchas ocasiones había que recoger dinero entre los sinceanos y pedir ayuda para darles cristiana sepultura.

Estos presuntos ciudadanos dados de baja en combates hacen parte de los 65 de los que se hizo responsable el teniente coronel Luis Fernando Borja Aristizábal, quien fue objeto de varias condenas por estos hechos y ahora irá a la JEP.

Para las autoridades, estos militares del Ejército hicieron de la Fuerza de Tarea Conjunta de Sucre una empresa criminal en la que los cuerpos presentaban heridas que no aparecían en los uniformes camuflados con los que aparecían y que en su mayoría eran de tallas que no correspondían con las de esos muchachos. Situación similar ocurría con las botas y con la postura de las armas que supuestamente portaban.

La mayoría de bajas fueron cometidas a personas inocentes que engañaban ofreciéndoles trabajos en fincas y posteriormente aparecían muertas y mostradas como guerrilleros con la intención de decir que le estaban ganando la batalla a la guerrilla de los frentes 35 y 37 de las extintas Farc.

Uno de los falsos positivos más relevantes que ocurrió con jóvenes de Sucre se registró en Toluviejo. Las víctimas son 11, uno de ellos sigue desaparecido y para agosto de 2007 cuando desapareció era menor de edad. Un vecino de nombre Robinsón Barboza Almanza y otro al que llamaban con el alias de ‘Joselito Carnaval’, fueron quienes los contactaron para un supuesto trabajo que terminó costándoles la vida.