Una jornada contra el acoso callejero en el municipio de Tolú se empezó a gestar este fin de semana en el puerto turístico por iniciativa de la antropóloga Ritzy Medina Cuentas, una de las víctimas de esos piropos.
En criterio de esta toludeña, que tiene una maestría en educación, ya es hora de cortar la cadena que se inicia con un piropo y termina con un acoso sexual.
Asegura que con la jornada de sensibilización que han iniciado le dejan en claro a los hombres que no necesitan sus piropos, sino su respeto, dado que en Tolú el piropo en lugar de ser un halago se convierte en un acoso y una manifestación violenta contra las mujeres.
La idea de alzar su voz públicamente surgió de un texto que ella publicó en su red social y que se titula ‘Los Delfines en Tolú, jauría de machos’, y que es el resultado del acoso sexual callejero del que ella ha sido víctima.
'Muchas jovencitas lo leyeron y se identificaron con él, al punto que nos reunimos y en un ejercicio de cartografía social coincidimos en que hay muchos sitios en los que estos acosos se repiten como es el caso del sector Los Delfines, la esquina de Macondo, la esquina de Olímpica, el Colegio Urbana de Niñas y los alrededores de varios almacenes de cadena'.
Las mujeres que se sienten acosadas, inseguras e invadidas salieron a recorrer esos sitios y en ellos hubo unas estaciones en las que dejaron sentado su precedente de que no quieren más sus piropos sino su respeto, además dejaron unas carteleras que a las pocas horas ya no estaban.
'Sí es posible desaprender esta mala práctica de tomar el cuerpo de la mujer como si fuera un espacio público', anota la líder que desde ya planea lo que será la actividad del 8 de marzo, Día de la Mujer.
El manifiesto público contra el acoso callejero en Tolú dice:
En todo el mundo, una de cada tres mujeres experimenta alguna forma de violencia física o sexual en el transcurso de su vida. Santiago de Tolú no es la excepción. Señores: no nos interesa si piensas que nos vemos hermosas, no invadas por favor nuestro espacio en la calle, no nos digas cosas que no te hayamos preguntado. No nos silbes, no nos toques. No necesitamos saber lo que piensas sobre nosotros o sobre nuestros cuerpos. No nos propongas cosas cuando ni siquiera nos conoces. No nos intimiden con sus miradas lascivas, respeten nuestro espacio. No queremos pelear con ustedes. No es nuestra intención armar un campo de batalla. Queremos que sepas que la actitud lasciva, que nos persigue con la mirada mientras andamos en la calle, es reprochable, nos hace sentir mal, en ocasiones nos da miedo, vergüenza, dolor y asco.
Una de las metas de esta jornada es venir a los lugares donde nos hemos sentido violentadas, acosadas, y decirles que queremos caminar por aquí y sentirnos seguras, libres y tranquilas.
Señores: esa actitud de acoso, el comportamiento de abuso contra nuestros cuerpos y nuestras vidas, puede cambiar, no es normal. Quiere decir que es reversible, que nos podemos volver a dar la oportunidad para que nuestras relaciones en la calle no estén basadas en la falta de respeto y el comentario sobre nuestra manera de vestir, de caminar, de andar y de pensar.
Señores, este es un ejercicio de construcción participativa, queremos contar con ustedes para que tomen conciencia de que eso que llaman piropo es acoso, y que el acoso es una modalidad de violencia de género.
Que nuestra forma de vestir, nuestra forma de pensar y ser no justifica la violencia, no justifica sus palabras y gestos de morbo. Esta jornada es una sensibilización para decirles que queremos habitar los espacios públicos de Tolú de igual manera a cómo ustedes lo habitan. Caminar por la calle de supermercados como olímpica, el éxito o el ARA, andar por la esquina de macondo, pasar por 'los delfines', cruzar la calle de la policía diagonal al colegio urbano de Niñas, nos cuesta, la pensamos para por estos sitios. Incluso, algunas veces nos ha tocado evadir estos lugares y tomar otras calles.
Señores, entendemos que la crianza que hemos tenido ha sido cómplice del acoso porque les enseñan a 'piropear', porque sus padres y abuelos también lo hicieron, porque hemos crecido viéndolo y creemos que es normal. Por eso este ejercicio busca que entremos en razón y se den cuenta que así como ha sido aprendido también se puede desaprender, que sí se puede revertir y sí pueden quedarse calladitos cuando una mujer pasa por su lado.
Señores, en el colegio tampoco les dicen que está mal el acoso. La televisión y la radio, tampoco nos dicen qué es acoso y cómo se manifiesta. Pero nosotras que somos quienes lo vivimos y sentimos, les decimos: basta, basta, basta. No queremos más acosos, no queremos más piropos. Queremos caminar libres y tranquilas. Está en sus manos cambiar esta decisión. Señores, basta con la forma de mirar, la entonación en sus palabras, basta con eso para sentir incomodidad mientras caminos por los espacios públicos en Tolú. No es amargura, no es falta de sexo, no es que seamos groseras. Es que en serio nos parece obsceno, inescrupuloso, y estamos hartas de esta situación.