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Las desbordadas aguas del río Cauca que mantienen inundadas desde finales de agosto a poblaciones de las subregiones Mojana y San Jorge, en el sur de Sucre, muestran diversas realidades alrededor de un mismo hecho.

Mujeres y hombres que ven pasar los días sin solución a sus problemas, no hay producción, jóvenes con sueños paralizados, niños que no van a la escuela, pero que se divierten en las aguas que salen como chorros en los puentes y los más pequeños que duermen plácidamente en una hamaca sobre las aguas.

La profesora que hizo de un aula de clases su albergue y los que ante la primera embestida de las aguas del Cauca ya llevan 16 y 11 años, respectivamente, viviendo en la vía, donde han encontrado su modo de vida. Un alcalde y su gestora social que los visita con frecuencia no solo para llevarles ayudas sino también para saber cómo están y que se dirige a ellos con nombres propio porque los conoce no solo de vista sino de trato precisamente porque no es primera vez que calamidades como estas los ponen frente a frente.