Cada llegada de Año Nuevo marcada por las fuertes brisas de enero era el escenario perfecto para que nativos pescadores dieran inicio a una de las más pintorescas y autóctonas celebraciones del Golfo de Morrosquillo, las llamadas por muchos 'carreras de botes o Regatas de veleros'.
Aunque sus inicios fueron motivados por otras causas, Reymer Viloria, un curtido pescador de cabellera alborotada y poblada barba blanca, como si fuese una especie de un milenario y mítico Neptuno criollo, nos relata con los ojos llenos de un alegre brillo, lo que sus antepasados contaban del origen de esta ingeniosa puesta en escena marina, relato que hemos construido en memoria de todos esos hombres de mar que año tras años desafiantes a las brisas y corrientes , demostraron su valentía y saber popular en esta interesante practica que debería hacer parte de manera oficial del patrimonio cultural inmaterial de los toludeños por todas las implicaciones que esta lleva socioculturalmente.