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Aunque muchos sucreños tuvieron el privilegio de estar cerca del Papa Francisco para estrechar sus manos y sonreírle de cerca, fue monseñor Amaury Medina Blanco, un hijo del corregimiento Palo Alto, en el municipio de San Onofre. quien tuvo el honor de estar a su lado desde su pontificado.

El religioso sucreño hace parte del equipo del Secretariado de Estado de la Santa Sede desde el año 2003, por lo que ha tenido la oportunidad de trabajar de cerca con los tres últimos sumos pontífice.

Tras la muerte del Papa Francisco monseñor Medina Blanco recordó su gran legado, particularmente el que dejó en él y que resume como “una gran bendición para la Iglesia y el mundo”.

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Agrega que el legado que deja es bastante evidente y entre ellos está “la invitación de volver a la espiritualidad para nosotros los católicos, los que creemos en Cristo; la paz; la reconciliación; el perdón; el medio ambiente; los migrantes; la periferia; temas todos que tocan a nuestro mundo actual y en los cuales el Papa se empeñó”.

Además del legado sobre el diálogo interreligioso, el ecumenismo.

“Yo considero que el pontificado del Papa Francisco fue una bendición para la Iglesia y para el mundo en nuestra época”.

Monseñor Amaury Medina cree que en la Iglesia Católica puede haber una continuidad porque lo que propuso el Papa Francisco es el evangelio, volver a la espiritualidad, a la simplicidad del evangelio.

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“El Papa ha hablado mucho de la periferia y estuvo en países verdaderamente periféricos, como es el caso de la República Democrática del Congo, y otros, y Palo Alto, corregimiento de San Onofre, en el departamento de Sucre, es periférico y desde hace años se siente en el corazón de la Iglesia, en el corazón del Santo Padre a través de uno de sus hijos al servicio del Santo Padre. Mi comunidad antes veía al Papa como algo lejano, pero ahora no es así. Le agradecemos al Papa desde Palo Alto por tenernos en cuenta “, puntualiza monseñor Medina.