En las llamadas telefónicas que efectuaban decían que eran miembros de las extintas “Autodefensas de Colombia”, AUC, para atemorizar a sus víctimas.
Las víctimas de Pichilín, el pueblo de Sucre donde las extintas AUC realizaron su primera masacre y que Mancuso la reconoció, aún no se han pronunciado.
Según las víctimas del grupo armado, la multinacional “contribuyó a fortalecer su presencia en el Urabá y en el Magdalena y a recrudecer la violencia en la región”.
De acuerdo con Nelson Menjura, representante legal del exjefe paramilitar, el ex comandante de las AUC está arrepentido de lo que hizo e incluso ha llegado a llorar con las víctimas.
La denuncia la realizó el mismo alcalde del municipio, quien fue advertido por el rector de la institución educativa.