En vez de sumarnos a una guerra comercial para la que no estamos preparados, debemos ver esta situación como una oportunidad para impulsar el desarrollo de nuestra industria nacional, pero no sobre la base de subsidios ineficaces, sino por la vía de políticas que refuercen la competitividad y diversificar nuestros mercados, explorando nuevas oportunidades en economías que aún mantienen sus puertas abiertas.
Yo, por mi lado, mientras tanto, ante tanta incomprensión, doy gracias a Dios que, en medio del concepto pagano de los carnavales, me permita esperar y disfrutar, de la llegada de aquellos hacedores del Carnaval, en donde en este año, incluyó a Fruko, uno de esos conocidos de mis años 70, en Medellín, para preguntarle, si ese gran músico, intérprete y compositor que representa la Salsa colombiana, ya aprendió a bailar.
Más allá de los problemas financieros del sistema, la crisis afecta directamente la salud física y mental de los pacientes. Las trabas en el acceso a la atención médica generan un sufrimiento silencioso que no puede ser ignorado. La ansiedad por las exploraciones es solo uno de los múltiples efectos colaterales que los colombianos comenzamos a padecer.
Los políticos se organizan de tal forma que tienen que acudir a todo lo que esté a su alcance para recuperar lo invertido en campaña. Razón por la cual, la práctica de recomendaciones y tráfico de influencias es algo tan usado que parece normal. Quien no está en cercano contacto con las maquinarias políticas no tiene espacio en lo público la mayoría de las veces.
Lo anterior debería ser suficiente para justificar el ejercicio de autoridad del gobierno nacional, orientada a prevenir los bloqueos, que en su mayoría son realizados por las comunidades para protestar por incumplimientos del mismo Estado, o para emprender acciones de inteligencia que permitan identificar y procesar judicialmente a los responsables de los atentados terroristas.