Cada vez que una masacre como la de Texas sacude a la sociedad estadounidense, la aplicación de restricciones al comercio de armas de fuego regresa a la agenda política de ese país.
Con esta nueva decisión, el presidente echa para atrás una regulación de control de su antecesor Barack Obama. La iniciativa es considerada una victoria de grupos pro-armas como la Asociación Nacional del Rifle (NRA).