La imagen del santo, y de otras figuras eclesiásticas, habían sido destruidas por parte de un sujeto que ingresó a la parroquia.
Empresas privadas y feligreses hicieron donaciones cuyo fondos irán destinados al sostenimiento de parroquias y otras obras sociales.
Algunos quisieron seguirla en procesión, pero no era permitido. La imagen regresó al templo en medio del replicar de campanas, juegos pirotécnicos el agitar de pañuelos y banderas.
Miembros de su congregación lo ayudaron a cavar una tumba poco profunda, le ataron las manos y lo enterraron.
Después de pasar por una zona de desinfección de zapatos y de toma de temperatura, feligreses ingresaron a diferentes templos para celebrar la misa.