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De cada cien transacciones realizadas con tarjeta de crédito el 67% de estas son aprobadas y el 33% restante enfrenta algún tipo de problema, como rechazo de la transacción o errores en el ingreso de los datos. Un porcentaje inferior al 2% tiene problema con el robo de identidad y/o robo de información de la tarjeta, según un estudio publicado por Visa.

Prevenir los fraudes y reducir o eliminar los riesgos asociados al comercio electrónico son algunos de los retos de las plataformas de pagos en línea. La empresas le están apostando a la seguridad del usuario como promesa de marca. Este es el caso de PayU Latam, empresa de origen colombiano, que ofrece servicios de pagos por internet y que está logrando posicionarse en Latinoamérica, con tasas de crecimiento entre el 80 y 100%.

PayU Latam cuenta con la Certificación Internacional PCI DSS, el más alto nivel de certificación a nivel mundial en seguridad transaccional con tarjetas de crédito.

'Los requerimientos de PCI-DSS aseguran que la información que los usuarios digitan al momento de realizar sus compras con su tarjeta de crédito es resguardada con un alto grado de protección y viaja encriptada en la red. De esta manera, se ofrece una mayor garantía en la confidencialidad e integridad de los datos procesados en nuestra plataforma de pagos', explicó Didier Benjumea, gerente de Tecnología de PayU Latam.

El contar con esta certificación da a los compradores en línea la tranquilidad de estar haciendo transacciones en una plataforma de pago segura, donde la información que se ingresa no podrá ser vista, modificada, ni capturada por terceros.

'Adicionalmente, es necesario contar con un efectivo sistema antifraude, que monitoree y examine las transacciones realizadas en línea. Este sistema permite identificar en segundos los intentos de fraude y rechazar o detener las transacciones riesgosas. Gracias a esto, el nivel de fraude de las empresas que utilizan nuestra plataforma de pagos no supera el 1.5%', aseguró Benjumea.

En caso de que la operación resulte dudosa, la empresa cuenta con un equipo de personas especializadas en control antifraude que, a través del contacto con el portador de la tarjeta, hace una serie de preguntas que por lo general, no podría responder rápidamente otra persona que no sea el dueño de la tarjeta; para el portador real la respuesta es automática, mientras que un impostor no tiene en mente la respuesta lógica.

Estos esfuerzos que lideran empresas de comercio electrónico han hecho que día a día la 'clonación' de tarjetas sea una situación más característica del comercio tradicional que de una tienda de comercio electrónico. 'Dar la tarjeta de crédito en un restaurante o una estación de gasolina es más peligroso que comprar por internet', concluye Benjumea.