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Un monje pasa portando incienso y recitando un sutra en un templo al este de Tokio con motivo de un funeral tradicional. Pero, en esta ocasión, el acto no se celebra en honor de ningún ser humano, sino de un centenar de perros robots que ya nadie utiliza.

Alineados frente al coro del templo centenario de Kofukuji de la ciudad de Isumi (prefectura de Chiba), los 114 robots son viejos modelos del célebre perro AIBO que Sony lanzó en 1999. En desuso y sin posibilidad de ser reparados, sus propietarios acabaron deshaciéndose de ellos.

El humo del incienso llena el templo mientras el monje recita sutras, orando por una transición tranquila de las almas de los difuntos. 

Los propietarios no están presentes, pero todos enviaron una carta indicando el nombre de su mascota y contando los recuerdos compartidos con ella.

'Me consuela saber que habrá una oración por mi AIBO', reza una de las cartas, mientras que en otra, un propietario afirma que 'lloré hasta que tomé la decisión de decirle adiós', pidiendo que 'ayuden a otros AIBOs'. 

Cuando terminen los funerales, los perros serán embalados en papel burbuja y en cajas para ser enviados a los locales de A FUN, una empresa especializada en la reparación de productos electrónicos 'vintage'. 

Las partes que todavía sirvan serán almacenadas para, más adelante, resucitar a otros robots rotos.

Es precisamente A FUN la que organiza esos entierros colectivos, de los que ya se beneficiaron más de 800 modelos de AIBO.