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Se imagina usted tener que esperar dos meses para que, por ejemplo, su tía en España reciba la noticia de que se va a casar? Bien, por muy descabellado que parezca, esto debían hacer los residentes del Nuevo Reino de Granada (la Colombia del siglo XVI) para establecer comunicación entre las provincias del virreinato, otros virreinatos hispánicos en América y, por supuesto, el reino de España.

Por aquella época de la Colonia no existía Internet, mucho menos la mensajería instantánea, tampoco había empresas de correspondencia y las palomas, aunque eran rápidas, resultaban ser mensajeras poco confiables que no entregaban información más allá del pequeño pedazo de papel que llevaban atado a la pata; sin embargo, la comunicación entre territorios y comunidades era posible gracias a un grupo social infravalorado por muchos: los indígenas.

De acuerdo con Nelson Fernando González Martínez, doctor en Historia y Civilizaciones de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París, Francia, 'el correo del imperio español era más indígena que español'. A esta conclusión ha llegado una y otra vez durante los últimos diez años investigando el gigantesco y complejo sistema postal del imperio que, asegura, estuvo amparado mayoritariamente en los indígenas 'carteros' llamados chasquis (también chaskis), una palabra en quechua que significa mensajero o 'el que recibe y da'.

Según González, los indígenas no eran simples mandaderos. Entre los siglos XV y XVI se configuraron como un fenómeno social desde el que se movilizó y distribuyó la mayor parte de la información enviada a través de correspondencia en las colonias españolas en América.