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Un simple accesorio para ver la hora podía ser además sinónimo de lujo, opulencia, modernidad, buen gusto y todo lo que su propietario pudiera demostrar.

Con la llegada del smartphone, para muchos dejó de ser necesario revisar constantemente su muñeca para ubicarse en el tiempo. Así las cosas, la era digital llevó a este elemento a transformarse por completo y pasó de ser un adorno para convertirse en un elemento tan funcional que cuenta las horas y calidad del sueño, la frecuencia cardiaca, los pasos y la distancia recorrida durante el día, registra las calorías y el esfuerzo por la actividad física entre muchas otras funciones.

El reloj inteligente o smartwatch se convirtió en un wearable —tecnología vestible—indispensable para muchos nativos digitales que le consideran casi tan importante como el propio teléfono móvil. En esta época de confinamiento, cuando para algunas personas es tan necesario mantenerse activos para evitar el sedentarismo, las funciones de estos aparatos pueden ser útiles para cumplir objetivos físicos y monitorear la salud —incluso la salud mental—.