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Cada día el mundo está más conectado digitalmente, pues los avances en el campo de la tecnología son cotidianos y no dejan de sorprender. Sin embargo, este ámbito también tiene sus complicaciones, por lo que no resulta ajeno a diferentes tipos de amenazas, en este caso, la ciberdelincuencia.

Quienes aprovechan para atacar los sistemas informáticos de cualquier tipo de organización, lo hacen a través de vulnerabilidades presentes en sus infraestructuras de tecnologías de información (TI), tecnologías de operación (TO) y recurso humano; causando efectos adversos que inciden en la economía y reputación de las empresas.

El llamado phishing (suplantación de identidad), el ransomware (secuestro de datos) y las violaciones de la seguridad de los datos, son solo algunos ejemplos de las múltiples formas en que actúan los ciberdelincuentes; además, debe sumarse los diferentes ciberdelitos que surgen continuamente.