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En un mundo cada vez más digital, las generaciones jóvenes están redefiniendo la forma en que se comunican. Tanto los millennials, nacidos entre los años 80 y mediados de los 90, como la generación Z, nacida a partir de mediados de los 90, están optando mayormente por mensajes de texto en lugar de las tradicionales llamadas telefónicas, generando un enorme cambio en las dinámicas de comunicación personal y profesional.

Una encuesta realizada en el Reino Unido en abril de este año reveló que una cuarta parte de los jóvenes entre 18 y 34 años nunca responden el teléfono. Según los resultados, más del 25 por ciento de los encuestados afirmó que prefieren ignorar las llamadas y responder más tarde a través de mensajes de texto.

Asimismo, a nivel global, un estudio de la plataforma Bank My Cell encontró que el 75 por ciento de los millennials evitan las llamadas, señalando que las consideran una interrupción en su rutina diaria. Resultados que evidencian que se trata de una tendencia que ha ido creciendo en los últimos años.

Vanessa Villazán, una abogada de 32 años, dice que hace más de un mes que no contesta una llamada: “Pienso que si es algo importante me enviarán un mensaje después o intentarán muchas veces hasta que conteste, pero no veo la necesidad de hablar por teléfono; es perder el tiempo”.

¿Por qué a los jóvenes no les gusta contestar llamadas?

Entre las razones que explican esta tendencia, los encuestados citan que las llamadas son percibidas como irrespetuosas, ya que interrumpen sin previo aviso. Además, a menudo son vistas como ineficientes, comparadas con la simplicidad y flexibilidad de un mensaje de texto.

Otro factor importante es el estrés que pueden causar, debido a la falta de preparación para responder de manera inmediata. Isaac Rodríguez, de 26 años, asegura que atender llamadas le genera ansiedad. Él prefiere tener la oportunidad de pensar su respuesta, algo que no ocurre durante una llamada.

“Uno está acostumbrado a hablar por chats y así uno piensa lo que va a responder, borra, edita, etcétera, pero cuando me llaman tengo que responder en el momento, y después pienso si pude haber dicho otra cosa. Sin duda, prefiero hablar por texto”, afirma Isaac.

¿Qué dicen los expertos?

Expertos han intentado explicar este cambio de comportamiento. Cristóbal Benavides, decano de la Facultad de Comunicación de la Universidad de los Andes de Chile, sostiene que los dispositivos móviles han evolucionado para ofrecer múltiples funciones, y que las llamadas telefónicas ya no son una prioridad. “la función básica del teléfono no es hablar, sino hacer muchas otras cosas”, explica.

Por otro lado, desde una perspectiva sociológica, Mauro Basaure, también académico de la Universidad Andrés Bello, de Chile, señala que este fenómeno es parte de una transformación social más amplia, a la que denomina la “civilización de las costumbres”.

Basaure compara esta evolución con el cambio en la costumbre de visitar a las personas sin previo aviso, algo que antes era aceptado, pero que hoy en día se considera una intrusión. Según él, lo mismo está ocurriendo con las llamadas telefónicas no programadas: “Se ha vuelto problemático llamar sin antes preguntar si se puede hablar”.

¿Ocurre lo mismo con los adultos?

Los efectos de esta tendencia no se limitan únicamente a los jóvenes. Basaure señala que personas de mayor edad también han adaptado su uso del teléfono, prefiriendo enviar un mensaje antes de realizar una llamada, lo que podría significar una adaptación intergeneracional.

Dominique Karahanian, psicóloga y académica de la Universidad Mayor de Chile, ha descrito este fenómeno como parte de lo que algunos denominan la “generación muda”, refiriéndose a la preferencia por la comunicación escrita sobre la oral.

Según Karahanian, los jóvenes no ven la necesidad de hablar por teléfono, ya que utilizan sus dispositivos para múltiples actividades, lo que les permite mantener una comunicación más eficiente a través de mensajes instantáneos.

¿Qué consecuencias podría tener este cambio?

Este cambio no está exento de posibles problemas. Los especialistas advierten que las diferencias en la forma de comunicarse entre generaciones podrían generar tensiones, particularmente en el ámbito familiar y laboral.

En las familias, los jóvenes pueden preferir la comunicación digital, mientras que las generaciones mayores, como los baby boomers, están más acostumbradas a las llamadas telefónicas.

En este sentido, Karahanian sugiere la importancia de practicar la empatía y flexibilizar los métodos de comunicación para evitar conflictos. “Hay que entender que la comunicación digital se ha instalado en las nuevas generaciones, pero también es aconsejable que los jóvenes puedan flexibilizar a veces y entender la importancia de la comunicación tradicional para las generaciones mayores”, dice la psicóloga.

En el ámbito laboral, Benavides menciona que es esencial tener reglas claras sobre cuándo es necesario contestar una llamada y cuándo no, para evitar malentendidos entre empleados de diferentes generaciones.

¿Este cambio implica una peor comunicación?

A pesar de las posibles fricciones intergeneracionales, los expertos coinciden en que este cambio en las formas de comunicación no implica necesariamente una disminución en la efectividad de las interacciones.

Según Benavides, la comunicación digital, que incluye el uso de fotos, emojis y otros elementos multimedia, puede incluso enriquecer la manera en que las personas se expresan. A lo que Karahanian añade que esta forma de comunicación tiene ventajas prácticas, como la posibilidad de compartir en tiempo real información detallada como la ubicación o imágenes.

En definitiva, la preferencia por los mensajes de texto entre millennials y centennials representa un cambio en las costumbres que no necesariamente debe ser visto como negativo. Como explica Karahanian, se trata simplemente de formas diferentes de comunicarse, cada una con sus propios beneficios y desafíos.