En Semana Santa los platos típicos que más se ofrecen a los turistas tienen como atractivo la carne de especies en vía de extinción. Aunque la caza de estos animales se prolonga durante el año, es en esta temporada cuando más se incrementan las ventas y el consumo de lo que llaman la comida ‘criolla’.
El año pasado la Policía Ambiental del Cesar incautó 6 mil 456 animales de especies en vía de extinción, gran parte de ellos iban destinados a enriquecer la ‘gastronomía típica’ de Valledupar. Iguanas, zainos, conejos, ñeques, hicoteas, morrocoyos y patos silvestres están siendo sacados de su hábitat para comercializarlos en plazas públicas y restaurantes de comida criolla en esta capital.
Todo se debe a una lucrativa industria ilegal que gira alrededor de la depredación de los ecosistemas de la Sierra Nevada de Santa Marta, la Serranía del Perijá, los bosques secos en los valles, y humedales del Departamento. La cadena la integran cazadores que llevan los animales a centros de acopio, de donde son distribuidos a vendedores ambulantes o estacionarios, que a su vez los ofrecen a la comunidad y a negocios donde los preparan como exquisitos y costosos platos.
El biólogo y coordinador de proyectos de la Corporación Autónoma Regional del Cesar, Corpocesar, Wilson Pérez, señala que el saqueo de la fauna silvestre genera un impacto ambiental negativo de grandes magnitudes, acelerando la extinción normal de las especies.
La iguana es la que recibe la mayor afectación en volumen de la caza indiscriminada. Pérez calcula que 50 mil de estos animales son sacrificados anualmente para su consumo en Valledupar.
El funcionario explica que se trata de una especie que tiene un rango altitudinal de distribución de cero a mil metros, por lo que se ubica fácilmente en la ribera de los ríos y la vegetación en partes planas.
Pero no solo se ataca al animal, sus huevos les son extraídos afectando su ciclo de reproducción. Diciembre es la temporada reproductiva de esta especie y el periodo de incubación puede durar hasta 70 días, por lo que entre marzo y abril, que coinciden con la Semana Santa, es cuando por lo general hay más turistas que atraídos por las comidas exóticas multiplican las ventas.
El conejo es el segundo en la tabla de las especies en riesgo a causa de la depredación para su comercio como alimento. A diferencia de la iguana que tiene sus épocas, con esta especie se trafica todo el año, además tiene una distribución altitudinal de hasta 500 metros, por lo que también es presa fácil de los cazadores.
La iguana y el conejo son vendidos con auge en la gastronomía local, especialmente en la popular, dado que su proliferación y factible ubicación abaratan los precios; caso contrario ocurre con las especies que prácticamente están desaparecidas.
Así el zaino, la guartinaja, el armadillo, morrocoyo, hicotea y pato silvestre se vuelven tan costosos, ya que se consideran ‘viandas’ de las personas más pudientes. “Son platos estratificados”, afirma Pérez.
Penalizan aprovechamiento ilícito de recursos naturales. El artículo 328 del Código Penal colombiano, establece penas de dos a cinco años de prisión y multa de hasta 10 salarios mínimos legales mensuales vigentes a quienes con incumplimiento de la normatividad existente introduzca, explote, transporte, trafique, comercie, aproveche o se beneficie de los especímenes, productos o partes de los recursos fáunicos, forestales, florísticos, hidrobiológicos de especie amenazada o en vías de extinción o de los recursos genéticos.
No obstante, a pesar de los alcances de la norma, los depredadores siguen sacando y traficando especies que van a parar a las ollas de las cocinas criollas de Valledupar. La Policía Ambiental adelanta operativos de inteligencia y control para contrarrestar la actividad. Sin embargo, a consideración de Corpocesar, las incautaciones son mínimas frente a las grandes cantidades que logran ser comercializadas.
Uno de los golpes recientes asestados por la Policía contra los traficantes de especies en vía de extinción ocurrió el pasado cinco de febrero, cuando Milciades Soto Campo, de 44 años, natural de Morales, sur de Bolívar, fue capturado transportando 37 hicoteas en varios costales que tenían como destino los mercados clandestinos de animales que funcionan en diferentes sectores de Aguachica.
La detención se produjo en el puerto fluvial de Gamarra. Soto fue dejado a disposición de la Fiscalía General de la Nación por aprovechamiento ilícito de los recursos faunísticos.
Como este son varios los casos reportados por las autoridades como positivos frente a este fenómeno. Sin embargo, el negocio sigue siendo tan rentable que la actividad continúa. Sacar los animales de su hábitat para el depredador casi no cuesta nada, en cambio recibe ‘jugosas’ sumas de dinero dependiendo de la cantidad y calidad de la especie.
Centro de rehabilitación de la fauna silvestre. Corpocesar construye en estos momentos un Centro de Atención, Valoración y Rehabilitación de la Fauna Silvestre, en la zona rural de El Callao, al suroriente de Valledupar. “La idea es que los animales que han sido extraídos de su hábitat tengan un lugar donde se recuperen para regresarlos a su entorno natural”, indicó el biólogo Wilson Pérez.
La estructura está avanzada en un 90%, mientras la corporación adelanta un convenio con la facultad de veterinaria para que opere el centro. El funcionario señaló que la rehabilitación de un animal puede durar hasta un año y en muchos casos dependiendo de la afectación no logra recuperarse.
Paralelo a este centro se implementaron tres unidades satélites de recepción de especies para cubrir todo el departamento, a la vez se adelantan charlas de sensibilización a la comunidad para protegerlas y conservarlas.
Variedad de platos y precios. EL HERALDO visitó uno de los sitios de comidas típicas en la capital del Cesar. En el lugar los clientes encuentran una variedad de platos cuyos precios oscilan entre los 6 mil y 20 mil pesos, dependiendo de la carne que se consuma.
De acuerdo con la propietaria, la iguana es el más apetecido y más barato, un plato con guiso de esta especie cuesta seis mil pesos, y en el lugar se preparan entre 10 y 12 animales diarios que venden directamente distribuidores que llegan al establecimiento.
La guartinaja es uno de los menús más costosos, una porción de esta especie cuesta 18 mil pesos, mientras de conejo o zaino se consigue en 10 mil.
“El consumo de estos platos es cultural, la gente de la región vivió mucho tiempo rodeada de fincas y la caza les permitía comer estas especies, con el tiempo los animales se han ido extinguiendo, pero la costumbre alimenticia continúa, por lo que se encuentran sitios donde los venden como platos exquisitos”, puntualizó Wilson Pérez.
Por Miguel Barrios
