Las preguntas inquisidoras, las morbosas, no se han tardado en llegar. Pero ella las ha resuelto con la misma gracia con la que camina por la pasarela; con el mismo desparpajo desarmante de su naturalidad, que deja con los crespos hechos a los maliciosos periodistas que juegan a ‘rajar’.
Si hay algo que no ha olvidado Paulina Vega Dieppa en los últimos siete años que ha vivido en Bogotá es el encanto costeño, ese que ‘batea de jonrón’ a quienes, a falta de argumentos para encontrar la flaqueza de su elección, apelan a ‘corcharla’ con preguntas como la de '¿a qué se refería cuando habló de las mujeres de otro mundo?'.
La reina, que desde siempre se perfiló como la gran favorita –aunque algunos le vieran quién sabe qué a la Señorita Arauca–, se zafa los incómodos cuestionamientos con soltura, con tal sagacidad que los ‘rajados’ terminan siendo los gestores de un forzado show mediático.
El abrazo fraternal de su mamá recibió a Paulina luego de su elección. También celebró el orgulloso padre, Rodolfo Vega.
Así empezó su periplo como Señorita Colombia la barranquillera de 20 años, que se mueve entre una madurez apabullante a su edad, como cuando responde un desconcertante '¿yo dije eso?... No, ustedes escucharon mal. Yo dije las mujeres de los otros países. En todo caso, lo que quise decir es que las mujeres colombianas son inigualables, no se comparan a ninguna mujer de otro país. A eso me refería'.
Punto para Paulina. La explicación la suelta con tanta gracia que ya no hay nada más que anotar. 'Aclaremos que yo no estaba hablando de ningunos extraterrestres ni nada', anota a la mañana siguiente, apenas un poco más reposada, pues la almohada no la tuvo ni cinco horas, luego de una jornada maratónica desde su coronación, en la que apenas tuvo tiempo para compartir con sus familiares más allegados en el mítico piso 3 del Hotel Hilton.
'¡Elviiii!', fue lo primero que soltó Paulina al ver a su abuelita, Elvira de Dieppa, esperándola en el lobby del hotel, al lado de su nutrida comitiva.
La Señorita Colombia, acompañada por sus abuelas Elvira de Dieppa y Carmen Llamas, quienes la esperaron en el Hilton.
La fila para las fotos y los abrazos, en esta ocasión, ya tenían un restrictivo: la chaperona real, la que cuida los pasos de la reina y las atenciones que desde ahora recibe. Padres, abuelas, hermanas, primas y amigos, a colarse a como dé lugar para felicitar a ‘Pauli’, como ellos la llaman.
También fue una maratón para Alejandro Calderón, el novio ‘real’, quien acompañó a Paulina durante toda su estadía en Cartagena y el lunes no fue la excepción. A las casi dos de la madrugada ya del martes, la siguió a lo largo del primer piso para robarle una mirada. 'Pau, Pau...mírame', y hasta que por fin logró sacarle un besito, claro que en la mejilla.
Buenos días, reina. Antes de las nueve de la mañana, la nueva soberana de la belleza nacional ya tenía, otra vez, la corona en su cabeza. La banda sobre el vestido que Beatriz Camacho diseñó y Diego Guarnizo escogió para su primera mañana como Señorita Colombia; el anillo real, que la hacía brillar aún más.
Las chaperonas escoltándolas y el equipo de EL HERALDO esperándola, para que se viera dichosa, radiante como nunca, en las páginas más leídas de la edición que abrió con la noticia de su triunfo.
La reina con la edición de EL HERALDO que reseña su triunfo.
Ahora viene la popular fotografía con la palenquera. Después, las preguntas de los medios. Sobre ‘las mujeres del otro mundo’: 'Ni me di cuenta que dije eso. Yo estaba pensando una cosa, empezaron a hacer mucha bulla, me cortaron el hilo, pero bueno, son risas y más recuerdos que les puedo contar a mis nietos'.
Sobre la mala jugada que le cobró su vestido: 'Se me ha caído un hombro del vestido, se rompió una cosita que tenía colgada y yo lo traté de esconder pero ya fue inevitable'. Muchos se dieron cuenta, pero fueron más los que no, y es que Paulina vuelve lo desconcertante y hasta tensionante en algo superfluo, mínimo.
La tradicional foto con la palenquera terminó trasladándose de la playa a la piscina del Hilton. Los reporteros gráficos lo solicitaron y ellas los complacieron.
Ella sabe a qué prestarle atención, y ya tiene resaltado en sus pensamientos dos tareas que tendrá que sortear paralelamente si quiere ser la reina que todos sueñan, que ella misma desea. 'El problema acá es que si hay un enfoque 100% social no hay el mismo tiempo que en otros países, que sí se dedican un año a prepararse específicamente para Miss Universo'.
Si tiene claro este punto –algo que muy pocas candidatas logran detallar hasta que ha corrido bastante tiempo de reinado– será más fácil para Paulina cumplir con los dos objetivos. Si tiene que levantarse a las cinco, ella promete hacerlo a las cuatro. Nada es azar, es cuestión de personalidad.
Lo difícil será, además, mantener la figura que la consagró como el mejor cuerpo del certamen escogido por los colombianos. Y del mismo modo adaptar su vida al rol de reina y desprenderse, durante un año, de su familia y de su novio. 'Si ganas, hay que saber que es un año de sacrificio, un año por los colombianos'.
De vuelta al carnaval. Después de siete años de faltar a la fiesta por excelencia de su departamento, Paulina volverá al Carnaval de Barranquilla nada menos que subida en una carroza, en la Batalla de Flores.
Su tiempo de ‘berrinche’ en Bogotá, una ciudad a la que le costó adaptarse por el cambio drástico de colegio, amigos, cultura y clima, se acabó. La espera termina con un regreso triunfal.
Paulina atendió, desde muy temprano, llamadas de los medios de comunicación nacionales que querían escuchar sus impresiones.
Los ojos le brillan al pensar que bailará y gozará 'hasta desmayarse'. 'De verdad que quiero llorar cuando me acuerdo de eso. Me da rabia, pero no dependía de mí. Siempre se cruzaba con la universidad, el colegio y trataba, pero ya, este es el año'.
Curramba la espera desde ya, engalanada para recibir a la undécima reina atlanticense, de la mano de las autoridades locales y departamentales, y al ritmo de la Banda de Baranoa, desde las 4 p.m.
El camión de bomberos llevará a Paulina por las principales carreteras del Atlántico, desde el Sombrero Vueltiao, en Santa Verónica, a partir de las 4:30 p.m. Se espera que la Señorita Colombia haga su arribo a la Plaza de la Paz a las 6:30 p.m.
Es un recibimiento que ella quiere dibujar en su memoria mientras se convierte en realidad. 'No me lo imagino, creo que se me va a salir al corazón'.
Habrá oportunidad para todas las celebraciones, reina. Su pueblo tiene alma festiva y temperamento para gozarse, como usted, las ‘cascaritas’ que no han podido quitarle ‘lo bailao.’