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De ella todo se ha dicho y sigue siendo una de las artistas más polémicas al momento de decir lo que piensa y dar a conocer su visión del mundo, sea en un escenario o detrás de un micrófono.

'Si estamos en la Costa qué mejor que pedir un jugo de corozo', dijo con la calidez que la caracteriza al llegar al almuerzo en el restaurante Buffalo Grill que tenía pendiente con los lectores de EL HERALDO para contarles sobre su vida, su trabajo en las tablas y la pantalla chica, y hasta para hablar de su experiencia en un terreno que no domina, pero lo intenta: las redes sociales.

'¡Estoy estrenando Instagram!', resalta mirando su celular. 'La verdad no soy muy de redes sociales, ¿cuál es la gracia que le encuentran a uno para seguirlo?', decía entre risas a los invitados a la conversación.

Aún así, Alejandra es una de las más seguidas en Twitter donde tienen más de un millón y medio de seguidores y constantemente tiene comunicación directa con aquellos que se ven reflejados con sus vivencias.

'Lo que me parece chévere con Instagram es que a través de las fotos se muestra cómo uno ve la vida. Hay cosas divertidas, otras no tanto. Esa es la vida', asegura mientras toma un celular inteligente y se sorprende al ver los nuevos seguidores en esta red social a pocas horas de haber creado su perfil.

El vaso de jugo va por la mitad. Recuerda que su público ha respondido muy bien con Descárate con la Azcárate, un monólogo donde presenta su 'perspectiva de vida' y cómo siente que son las mujeres, su sensación sobre los hombres y cómo se mezclan en las relaciones de pareja.

Aunque tiene todo milimétricamente controlado, hasta saber en qué momentos hacer sus pausas, para esperar silencios, susurros, carcajadas o aplausos, no deja de sentir nervios por el solo hecho de hablar durante dos horas sin ayudas escenográficas, y presentar este trabajo que preparó durante nueve meses y que ha tenido más de dos millones de espectadores en Colombia y fuera de aquí.

Lo piensa dos veces antes de decidir qué representa más entre el aplauso o las risas de su público. 'Debe ser una combinación de ambas. A veces me pasa que hay gente que aplaude en espacios donde yo no lo espero y a mí misma me da risa internamente (...) hay públicos que se salen de esos parámetros y sorprenden. O la gente se ríe o aplaude o sabes que estás fracasando con total éxito', contesta entre risas la bogotana.

La Azcárate trae de nuevo a Barranquilla a su hija favorita, la descarada, la que se transforma en un gran espejo para, con su reflejo, mostrarle al respetable las ventajas de reírse de uno mismo. Lejos de la figura pública y de las cámaras, Alejandra quiere que el público vea que la que está sobre el escenario es fiel muestra de su esencia.